Los niños no tienen noción del tiempo y cómo influye en nuestras vidas. En la medida en que van creciendo, poco a poco comprenden conceptos como hoy o mañana, más tarde o después. Son categorías del tiempo que van comprendiendo en cuanto van madurando.
Enseñar a los niños a ser efectivos en el uso de su tiempo aporta grandes beneficios. Los libera de la tensión que significa tener cosas pendientes por hacer. Además, la gestión efectiva del tiempo permite cumplir oportunamente con cada una de las responsabilidades. Luego podrá disfrutar del merecido descanso y tiempo de ocio para jugar y entretenerse.
Es importante que los chicos logren aprender a organizar sus responsabilidades diariamente y, que aprovechen bien el tiempo. Ir a la escuela, hacer los deberes, realizar una actividad extracurricular, tener un rato para el ocio…etc. es posible. La base de todo reside en la organización y aadministración del tiempo. Como papás y adultos, es nuestro deber ayudarlos y enseñarles a que aprendan a valorar los momentos del día. Una gestión positiva del tiempo beneficia tanto para ser productivo en los estudios como en el disfrute del tiempo para jugar y entretenerse.
En este sentido, el horario de los padres determina el día a día de los niños. Cuando probablemente ambos padres trabajan fuera del hogar, o cuando solo hay un padre o una madre que se ocupa del hogar, se suele llenar la vida del niño de actividades. El tiempo parece estar completamente comprometido. Sin embargo, que los niños salten de una actividad a otra no significa que sepan cómo aprovechar el tiempo. Probablemente, como padres tampoco sepamos muy bien cómo gestionar el propio tiempo. Pero, sin duda, es un aprendizaje que tiene que formar parte de la educación de la actualidad.
Enseñarlos a valorar el tiempo comienza al despertanos. Hay un tiempo para levantarse, vestirse, desayunar y salir al colegio. Esos primeros minutos del día representan la primera gran oportunidad que tenemos de enseñanzas. Luego, al llegar de la escuela, hay que organizarse para hacer los deberes, asistir a alguna actividad extraescolar y luego jugar. Podemos enseñar al niño a que hay un tiempo para hacer cada actividad y que después puede disfrutar de un merecido tiempo libre. Por otro lado, es un error ocupar todo el tiempo de los niños. Y esto es precisamente lo que más hacemos; saturamos a los niños de actividades. Más bien deben aprender que si son responsables con sus obligaciones, después pueden disponer de tiempo libre y decidir cómo usarlo. Esa es la mayor de las recompensas.
Como en todos los temas relacionados con la crianza de los hijos, el ejemplo que demos a nuestros hijos es fundamental. Si vivimos apurados para llevar al niño a colegio, si corremos de un lado a otro agitados, si llegamos tarde a buscarlos o a las actividades a las que somos citados, no damos el mejor ejemplo para que el niño aproveche bien el tiempo. La organización diaria de nuestra propia agenda es algo básico para que nuestros hijos, por pequeños que sean, puedan percibir que organizamos el tiempo que dedicamos al trabajo, al hogar y a compartir con ellos.
El tiempo que se dedica a los deberes escolares y el estudio debe estar organizado. Las tareas no tienen que hacerse a última hora del día. Los proyectos que ameritan días de preparación o el estudio que exige un examen tampoco puede dejarse para el último momento. Entonces, ayudar al niño a organizar sus responsabilidades es la mejor manera de enseñarle a que aproveche bien el tiempo. También hay que inculcar en el niño la idea de que, cuanto más efectivo sea cumpliendo con sus tareas y demás responsabilidades en el hogar, más podrá disfrutar de su tiempo libre. Mientras son niños, lo más importante es jugar. Entonces hay que aprovechar ese interés para que valore la importancia de organizarse bien.
Los chicos deben tener un horario que aprenda a cumplir. Tiene que incluirse el tiempo que se dedica a jugar, estudiar, ver la tele, jugar a la play o con la computadora, hacer ejercicios, etc. A los niños les gustan los horarios. Sin embargo, esto no significa perder la espontaneidad o la flexibilidad en alguna determinada circunstancia. Las rutinas son saludables para organizar el tiempo y crear armonía.
Es muy bueno poder diseñar y fomentar rutinas como:
- Al levantarse de la cama, los niños deben saber que hay prepararse para salir al colegio.
- Antes de jugar hay que hacer los deberes escolares.
- Hay que ordenar el cuarto o los juguetes antes de sacar otros.
- Antes de irse a dormir, los niños necesitan dejar preparada la mochila para el día siguiente y bañarse.
Por otra parte, los roles entusiasman y motivan a los chicos a cumplir con sus responsabilidades. El niño debe saber qué es el encargado de determinada tarea dentro de la casa. Si hay dos o más niños/as, se debe asignar a cada uno roles y responsabilidades (siempre tomando en cuenta las edades de cada uno, claro está).