Las peleas y discusiones entre hermanos, con mayor o menor frecuencia, son moneda corriente en todos los hogares. Los celos y sentimientos de envidia y bronca entre nuestros hijos son inevitables y forman parte del desarrollo y crecimiento personal de los chicos.
Sin embargo, corresponde a los papás el poder controlar estos sentimientos que generan tristeza, desconsuelo y hacen daño emocional, mediar entre los hermanos e interceder en los casos de mayor conflicto, para evitar que esta situación no se agrande ni pase a mayores. También es una gran oportunidad para los padres para sembrar valores como el respeto, la paciencia, la tolerancia. Es importante que podamos enseñar a los chicos, desde edad temprana, a controlar y manejar sus impulsos y emociones, a establecer normas de convivencia para crear un ámbito de armonía y paz en el hogar.Con los hermanos, los niños aprenden muchas cosas, pero sobretodo, aprenden a compartir, a ganar y perder, a ceder, a dar y recibir.
La actitud de los padres frente a las peleas y los celos de nuestros hijos debe ser de conciliación y moderación. Al fin y al cabo, somos los padres la autoridad máxima de la casa. Cuando se tiene un hijo y nace otro, muchos padres experimentan cierto desequilibrio en casa. El primogénito ya no reina en solitario. De ahora en adelante, tendrá que aprender a dividir las atenciones de sus padres y de toda su familia, con su nuevo hermanito. Esta es una situación difícil de manejar para los padres porque por un lado tienen a un bebé recién nacido que necesita atención casi las 24 horas al día, y por otro hay una criatura que, claro, continúa requeriendo las atenciones y el cuidado que han tenido hasta ahora con él, y que no entiende porque ha perdido algunos privilegios para un “intruso”. Estos celos unilaterales, especialmente del hijo mayor al hijo pequeño pueden ser apenas el principio. Luego, cuando crecen un poquito más empiezan las comparaciones, y consecuentemente las envidias, el egoísmoy rivalidades. Lo que hacen es luchar por el cariño, la atención y el protagonismo frente a sus padres. Lo que desean es atención exclusiva, destacar e imponer su voluntad sobre la del otro, y “reinar”. En este intento, hay algo positivo: cada hijo intenta ser mejor persona frente a sus padres, buscando hacer todo de una mejor forma, todo con la intención de demostrar a los padres que es mejor que el otro.