Cómo manejar la agresividad en los niños

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El chiquito va creciendo y de pronto nos encontramos con que ha comenzado a tener ciertas conductas que nos inquietan. Empieza a dar piñas, empujones, patadas, a ponerse escandaloso y hacer berrinches. No entendemos su enojo ni qué le ocasiona tanto malestar. Ha adoptado cierta agresividad para con los papás y hermanos/as.
A pesar de que creemos que agresión y agresividad son palabras que poseen el mismo significado, en realidad no quieren decir exactamente lo mismo. Agresión es el acto contrario al derecho de otra persona. Quién agrede le causa a alguien algún daño. En cambio, agresividad es la propensión e inclinación a pelear. Lo importante es la intencionalidad, decidirse a la pelea. Y, la agresividad que tanto adultos como los chicos, que todos tenemos, no es otra cosa que una parte que complementa al amor.

Desde que el bebé está en la panza, empieza a tener conductas agresivas. Por medio de las “pataditas” podemos analizar cierta agresividad pero esto no quiere decir que intenta abrirse paso a las patadas. Con apenas unas semanas de vida descarga golpes con sus bracitos, y su intención no es la de golpear a alguien. Estas y muchas otras experiencias no son manifestaciones de agresión. Son, más bien, formas de movilidad que le permiten al chiquito ir descubriendo el medio ambiente circundante. Las primeras formas de contacto que tiene el bebé con el mundo son a través de la actividad corporal, de la musculatura. Es un tipo de descubrimiento sin palabras. Son la mamá y su cuerpo los que sostienen y permiten dicho conocimiento. Esta agresividad es un elemento constitutivo de la afirmación del chico como persona. Esto significa que, durante los primeros tiempos de vida, el bebé y su mamá forman una unidad. No es posible hablar de dos personas sino más bien, de dos en una. El bebé experimenta a su mamá como una prolongación de sí mismo. Poco a poco, va descubriendo la diferencia entre los dos y la misma se puede marcar por medio de conductas agresivas. Esta es la forma que tiene el pequeño de constituirse como persona.

Cuando es muy chiquito, el bebé no tiene propósitos agresivos, no le inquietan los resultados. No agrede para causar un daño, sino que la agresión es la mejor forma que encuentra para relacionarse con los demás. En esa actividad hay una mezcla de enojo y de amor, porque quién acomete con gran impulsividad cuando esta excitado, activo, pone ese mismo énfasis y grado de impulsividad en amar y en mimar en los intervalos de quietud. Esta mezcla de amor es uno de los fundamentos de la capacidad de amar y relacionarse con las personas. A medida que va creciendo, comienza a preocuparse por los resultados de su impulsividad y hace su aparición el sentimiento de culpa, el daño que se cree haber hecho a la persona amada. Pero, con el tiempo, el chico aprende a soportar la culpabilidad con ayuda de sus padres. Descubre así, su tendencia a dar, construir y enmendar. Son ellos quiénes le demuestran que él no los ha dañado y qué, además, comprenden su conducta como una manifestación de su individualidad.

Los chicos de 2 o 3 años suelen protagonizar grandes berrinches que, en algunos casos, alcanzan su máxima expresión en los manotazos y golpes de puño que descargan sobre su mamá y/o papá. A esta edad, los chicos ya se sienten grandes. No necesitan estar pegados a sus mamás, controlan esfínteres, juegan solos, van al jardín. Mamá ya no esta tan pendiente de ellos. La mejor forma de tomar distancia es dar pataditas, empujones, diciendo a todo que NO. Esta conducta agresiva, que tanto desconcierto causa, no es más que una marca de separación y de crecimiento de los chicos.

Los papás se cuestionan acerca de qué hacer con los chicos ya que éstas conductas, por lo general, sorprenden y descolocan. Durante todo el crecimiento es fundamental la contención que el bebé reciba de sus padres. hay que brindarles la posibilidad de experimentar diversos sentimientos y de expresarlos, teniendo la seguridad de que mamá ypapá entienden lo que le pasa y lo aceptan tal cuál es. De esta manera, el futuro adulto se irá autoafirmando. Irá formando una personalidad segura. Contener significa mostrar que existen el amor y la agresividad, la preocupación y el cuidado, el daño y la posibilidad de repararlo. De otro modo, nos mostraríamos como padres ideales, inalcanzables, y no como seres humanos que se equivocan, que sienten tristezas, amores, odios. Así el chico aprenderá a ser un ser humano, integrado y real.

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