Enseñarle a nuestro hijo a ser responsable resulta imprescindible para que, luego, pueda lograr un buen desenvolvimiento en su vida. Ya sea cumplir sus compromisos escolares, con las tareas establecidas en el hogar o lograr un buen comportamiento en general. Muchas veces, como papás, nos ocupamos y preocupamos sobre la crianza que le damos a nuestros hijos. Nos llenamos de dudas sobre si lo estaremos haciendo bien o no y, qué cuestiones o aspectos podríamos cambiar o mejorar.
Lo primero que debemos saber es que no existen recetas ni fórmulas mágicas, así como tampoco existen vidas perfectas. Lo que sí podemos hacer es procurar que crezcan en un ambiente en el que predomine el amor, el respeto y los buenos hábitos. Éstas constituyen herramientas básicas que en el futuro serán nuestros mejores aliados para sentar las bases y principios de la vida de nuestros pequeños.
Aunque cada niño nace con su carácter y personalidad, somos los padres quienes las moldeamos de buena o mala manera de acuerdo con nuestro proceder y con nuestras acciones. Esta es una razón más que suficiente y necesaria, por la que debemos ser un buen ejemplo de personas. Siempre seremos el modelo a seguir de los hijos; para muchos pequeños inclusive sus ídolos o súper héroes.
Un niño no se vuelve irresponsable de la noche a la mañana. Si cuenta con supervisión, hábitos y una vida organizada es muy poco probable que esto suceda. En cambio, si no tiene rutina, y lo que ve es desorden en su hogar y desastre en la vida de sus padres, resulta muy probable que el niño empiece a tener problemas no sólo de responsabilidad sino en diversas áreas de su vida. Esos problemas pueden ser: no poder concentrarse, falta de autocontrol o poder relacionarse correctamente con su entorno y en el mundo que lo rodea.
La responsabilidad es un valor que nos permite orientar nuestro comportamiento de manera correcta teniendo en cuenta la consecuencia de todas nuestras acciones. Esto es lo que nos permite vivir a todos los seres humanos con la estructura para cumplir nuestras metas y además. Poder vivir en comunidad respetando y cumpliendo con lo acordado con todas las personas que influyen en nuestro entorno.
La responsabilidad constituye un valor primordial en el desarrollo de todo niño. Fomentando este principio les estaremos entregando en sus manos las llaves del éxito. La mejor manera que tenemos para cooperar con su futuro es ofrecerles una vida digna, llena de amor y de principios. No tenemos que cuestionarnos por cada error que podamos cometer. Hay que seguir adelante, aprender a vivir enseñando y convertir sus debilidades en fortalezas.
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