Las convulsiones febriles son una respuesta del cerebro ante la existencia de fiebre y se producen habitualmente en niños sanos. Suelen ocurrir durante el primer día de fiebre en infecciones virales derivadas del catarro, infecciones de oído (otitis) o gastroenteritis. No están únicamente relacionadas con la fiebre alta, puede aparecer en temperaturas a partir de 38º C.
Suelen durar unos minutos, los cuales parecen una eternidad para los papás que no saben qué es lo que le está pasando a su bebé o niño y no saben actuar cuando se presenta este episodio de crisis.
Si bien, la gran mayoría de los papás saben cómo controlar la fiebre de su bebé, las convulsiones febriles se da en un 2% a un 5% de los casos de fiebre en bebés y niños/as de 6 meses a 5 años, generando una respuesta en la que el cuerpo del pequeño reacciona de una forma singular con movimientos anormales, bruscos y convulsiones que lo hacen perder la conciencia. Al terminar el episodio de convulsión, el niño queda exhausto y dormido.
A pesar de lo angustiante por la reacción del niño, éstas son benignas, y no produce ninguna secuela neurológica en el bebé o niño. De acuerdo con los especialistas, entre un 30% y un 45% de los niños que han tenido una convulsión febril sufren nuevos episodios. En el 50% de los casos, durante los seis meses siguientes.
Las recomendaciones de los especialistas son:
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