Existen situaciones traumáticas por las que puede transitar cualquier familia. La separación de los padres convulsiona y moviliza cualquiera hogar. Todos los miembros de la familia quedan involucrados y, sea con mayor o menor intensidad. Todos y cada uno de los integrantes de la familia se encuentran afectados por el problema. El papel de los papás es, ante todo, proteger al los chicos y contenerlos de la mejor manera posible.
Por otra parte, es una realidad el hecho de que, antes de que la separación se haga efectiva y uno de los papás abandone el hogar, la familia entera estuvo transitando por un período de meses o años de estrés y tensión.
Los chicos son muy perceptivos del entorno, no importa la edad que tengan. Ellos perciben el clima extraño en la casa y cada uno volcará sus emociones de manera distinta.
Lo más importante a tener siempre en cuenta es que, pase lo que pase, sea como sea que termine la separación o divorcio, los papás tienen que intentar prevenir que los niños NO terminen siendo una especie de “botín de guerra” y que acaben en medio de sus discusiones y disputas.
Hay que ayudarles a comprender la transición que la familia está haciendo, para que, al final del proceso, ellos pueden aceptarla, asimilarla y comenzar la nueva etapa.
Los niños de hasta 3 años de edad no suelen comprender bien lo que sucede, asique se buscará más que nada brindarles afecto y contención, protección e intentar mediante un vocabulario simple y sencillo, explicar lo que está sucediendo. Para los mayorcitos, (la franja comprendida entre los 4 y 8 años), hay que explicarles de manera concreta lo que significa separarse o divorciarse.
Ser concretos implica ser directos, por ej., se les puede decir que si bien los papás se quieren mucho, que ya no pueden seguir viviendo juntos porque discuten o porque no tienen los mismos intereses, y que uno de ellos se irá a vivir a otra parte. Ambos padres tienen que hablar juntos con los hijos y no hay que esperar a que uno de los dos esté a punto de mudarse. Es mejor darle un tiempo al chico/a para que pueda digerir la información y hacer todas las preguntas que necesite.
Hay que aclararles que no es su culpa y que los papás siempre van a estar para lo que ellos quieran o necesiten. Los chicos de 4 y 5 años filtran toda la información a través de su experiencia y tienen tendencia a creer que el divorcio es el resultado de algo que ellos han hecho (porque se portaron mal, porque hicieron mal un exámen en el colegio, etc) y, por ende, mamá o papá se va de casa.
Hay que recordarles que ellos no son para nada responsables y que el divorcio es una absoluta y total decisión de los mayores. También, pueden tener ciertas fantasías de reconciliación y hay que dejar que se expresen libremente, pero para nada estimularlas, sino ponerles una especie de freno, tratando de hacerles ver la realidad y aclarandoles una y otra vez que, lamentablemente, lo que ellos desean no va a suceder.
Tan pronto como se le cuente a los chicos la decisión de la separación, también hay que explicarle los detalles de cómo eso afectará su vida. Esta suele ser la mayor preocupación para los pequeños. Dónde dormirá, qué noches estará con un papá o la mamá, como podrá llamar a quien no se encuentre viviendo con él. Hay que escucharlos y dejarlos que hagan todas las preguntas que se les ocurran. En ocasiones, un calendario visual con fotos o palabras simples pueden ayudar a los chicos a entender los cambios en su nueva vida (ej. los días que estarán en casa de uno o de otro, quién lo buscará en el colegio, etc).
En un momento de tanto cambio, es de suma importante mantener las rutinas que los chicos tenían. Si cada día antes de dormir leía un libro, continuar haciéndolo. Las rutinas lo ayudarán a sentir seguridad y cierto control. Hay que dejar que tome pequeñas decisiones en su rutina diaria para sentir que tiene control a su alrededor, por ejemplo, qué ropa llevarse.
Explicarles que aunque mamá y papá ya no vayan a vivir juntos, ellos seguirán teniendo una familia que los quiere mucho. Que eso no cambia y que esos sentimientos de los padres hacia ellos se encuentran intactos, que ninguno de los padres lo abandonará. Se puede charlar de los diferentes tipos de familias que hay (quizás con ejemplos que conozcas de familias amigas) y como siempre serán una familia.
Hay que permitirle que tenga fotos o algún recuerdo de los papás cuando se encuentren en casa de otra persona. Así se sentirá cerca delos dos papás. Las fotos o recuerdos pueden darle seguridad y apoyo cuando se sienta triste.
Nunca hay que obligar a los chicos a que tomen “partido” por alguno de los dos padres. Si hubo alguna discusión entre los adultos, los adultos mismos deben resolver el problema. Los chicos están al margen de estas cuestiones y hay que protegerlos. Ellos no tienen que estar del lado de uno o del otro, en lo absoluto.
Es muy probable y normal que existan cambios en su comportamiento. Frecuentemente se observan regresiones como hacerse pis en la cama, chuparse el dedo, no querer separarse de un padre o el otro. Es muy probable también que se ponga triste o enojado y hasta puede volcar su rabia hacia uno de los dos padres. Hay que dejar que exprese sus sentimientos y tratar de que vaya canalizando su angustia, tristeza y bronca a través de juegos, deportes, la música, el baile, etc.
Para estas transiciones familiares delicadas y complejas, lo mejor es consultar con especialistas. Psicólogos y psicopedagogos o terapeutas familiares pueden ser un soporte para que brinden ayuda y para poder transitar el difícil proceso de la mejor manera que se pueda.
Es importante ser conscientes de que un divorcio no marcará negativamente la vida futura de los hijos, que no la comprometerá. Con el apoyo necesario de los adultos en su entorno, los chicos superan el proceso y viven sus vidas en armonía y plenitud.
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