¿Cómo es la psicoterapia en niños? ¿Cuáles son sus claves? La psicoterapia en niños difiere de la de los adultos por la características particulares de la infancia. El dibujo y el juego son herramientas de un gran valor en este contexto.
Por otro lado, el establecer un vínculo con el niño y trabajar a través de estímulos que le motiven resultarán factores clave a la hora de desarrollar una buena psicoterapia. Existen varias técnicas a la hora de desarrollar un proceso terapéutico con un niño. Todas ellas, lógicamente, deberán adaptarse a su edad y a sus características particulares.
Otra clave es trabajar con ellos desde la más pura empatía, pensando como lo haría un niño: ¿cómo éramos nosotros en la infancia? ¿Qué nos permitía conectar con los adultos? ¿Qué cosas nos gustaba hacer? A través de preguntas como estas, podemos conectar con ellos y desarrollar un vínculo terapéutico sólido. Por otro lado, trabajar desde la empatía implica ponernos en su lugar -por ejemplo, sentarnos en el suelo para jugar con él o ponernos a su altura para mantener una conversación.
A los niños les suele resultar muy invasiva o intimidante la mirada del adulto (y más si éste es desconocido para ellos). Así, suelen mostrar dificultades para expresar sus emociones al preguntarles de manera directa, mirándolos a los ojos. Así, la calidad de la interacción puede mejorar si permitimos que, mientras responden a nuestras preguntas, realicen algún tipo de actividad manual. En muchos casos, este planteamiento ayuda a que se suelten y se sientan más cómodos a la hora de expresarse. Lo importante es que puedan estar en un ambiente relajado y no sentirse amenazados o intimidados, y que vean a terapeuta como alguien en quien pueden confiar. En este sentido, la confianza resultará clave.
En psicoterapia, el dibujo es una herramienta muy útil cuando trabajamos con niños (son un tipo de pruebas proyectivas). Muchas veces, el lenguaje más limitado o su personalidad inmadura hace que sea más fácil acceder a ellos a través de otras metodologías distintas a las utilizadas en adultos. Gracias al dibujo, de forma inconsciente, los niños son capaces de expresar deseos y pensamientos. A través de él, podemos acceder a su mundo interior, a su manera de relacionarse, a posibles preocupaciones… Los dibujos pueden ser de mucha utilidad en el tratamiento infantil, en casos de inhibición de la palabra.
El juego, al igual que el dibujo, resulta muy útil para llevar a cabo la psicoterapia en niños. Además, es un medio de expresión infantil y una actividad lúdica, un fenómeno cultural. El juego es una función llena de sentido. En el juego entra «en juego» algo que rebasa el instinto inmediato de conservación y que da un sentido a la ocupación vital. Jugar implica libertad, es actividad placentera y es apartarse de la vida cotidiana a una esfera sin prejuicios.
La terapia basada en el juego consiste en que el terapeuta crea un entorno protegido y estructurado con diferentes juegos y juguetes. A su vez, el terapeuta actúa como guía, y se dedica a observar al niño mientras juega, anotando todo lo que considere relevante. En este sentido, suelen ser muy útiles los juegos simbólicos, con personajes o muñecos, en los que el niño va decidiendo «quién es quién» (por ejemplo «esta es mamá»), o «qué hace qué cada uno», etc. A través del juego, el niño puede encontrar su manera de expresar sus posibles problemas, emociones, sentimientos… sin necesidad de hacerlo a través del lenguaje oral.
Por otro lado, muchas veces los niños no son conscientes de sus problemas o de lo que les preocupa realmente. En este sentido, utilizar vías como ésta para descubrirlo (en las que no se sienten interrogados o amenazados), puede ser una buena opción para que actúen de forma más natural y desinhibida.
El uso de refuerzos positivos para el niños también es importante. Muchas veces, los niños acuden a consulta sin saber exactamente qué van a hacer allí, o por qué tienen que explicarle sus cosas a un desconocido, etc. Por eso, la alianza terapéutica y el vínculo que se establece con ellos resultará esencial, a fin de que el niño se abra y conecte con el psicoterapeuta. La alianza terapéutica es un elemento fundamental para el éxito del tratamiento en la infancia y también en la edad adulta.
Para potenciarla, los terapeutas tienen terreno ganado cuando son capaces de identificar las aficiones del pequeño: qué le gusta hacer, ver, leer… Manejar este conocimiento con habilidad les dará una herramienta para establecer pequeños refuerzos al final de la sesión, romper el hielo al principio de la consulta o adaptar aquellas tareas que le planteemos, de manera que sean más atractivas. Así, pueden utilizar el propio refuerzo para desarrollar la sesión. La idea es trabajar los ejercicios o técnicas que consideren, y añadirle ese «plus».
En la psicoterapia en niños, al igual que en la de los adultos, resulta muy importante observar. Cuando decimos observar, nos referimos tanto al lenguaje no verbal (miradas, gestos, tono de voz, postura…) como al lenguaje verbal (qué dice y qué no dice el niño). Como decíamos anteriormente, los niños muchas veces no son conscientes de sus problemas, pero eso no significa que no expresen sus inquietudes o conflictos de alguna forma. Lo pueden hacer, por ejemplo, a través de la conducta.
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