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¿Cómo fomentar la buena conducta de los niños en el aula?

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Empieza el curso escolar de nuevo y nuestros pequeños vuelven al aula. Este nuevo comienzo despierta ilusión y esperanza. Los niños vuelven a ver a sus compañeros y profesores y se establecen nuevas metas que alcanzar o sobrepasar para que su desarrollo continúe imparable. Antiguamente, esos objetivos en la escuela aludían únicamente al conocimiento fáctico. Afortunadamente, hoy en día se le da más importancia a que los pequeños se desarrollen adecuadamente también a nivel afectivo y social.

¿Qué puede hacerse en clase para fomentar unas buenas relaciones entre los alumnos?

Un profesor implicado y motivado en su tarea de educar es una suerte. En ocasiones, estos profesionales se ven sobrepasados por las situaciones que tienen que vivir. A pesar de la gran responsabilidad que asumen, no gozan del aprecio y la aceptación social que merecen. Además, el salario que reciben no suele ser muy elevado. Todo ello puede hacer que se vayan quemando. Esto no solo afecta a su salud, sino también a cómo realizan su trabajo con los alumnos. Por el contrario, si un profesor se siente valorado es más probable que se involucre más en la educación de sus alumnos. De esta manera, los niños percibirán su apoyo y su autoestima mejorará. Pero no solo eso, un maestro cercano que tenga una relación positiva con sus alumnos propiciará que los problemas de conducta se reduzcan en el aula. Además de mejorar su rendimiento académico, los niños tendrán más ganas de ir a clase y desarrollarán un afecto positivo hacia el colegio y hacia las actividades que se proponen en el aula. Van a percibirlo como un lugar en el que son apreciados y escuchados, por lo que se sentirán motivados a estudiar. Eso sí, para ello es bueno que los profesores sean cercanos, pero sin fomentar la dependencia.

Durante los primeros años de infancia es normal que los pequeños sean más dependientes. Sin embargo, a medida que pasan los años es importante hacer un esfuerzo por fomentar su autonomía. No es difícil imaginar que los chicos y chicas con más autoestima y motivación y menos problemas de conducta tengan unas relaciones mejores con sus iguales, lo que hace que el clima en el entorno escolar mejore considerablemente. Una vez entendida la importancia de la actitud del profesor de clase, ¿cómo puede mantener este una buena implicación cuando los niños se portan mal en el aula?

¿Cómo encontrar el equilibrio entre ser afectuoso y manejar sus problemas de conducta?

Aunque puede resultar una tarea difícil, los maestros pueden poner en práctica. Por ejemplo, si un niño lleva a cabo una conducta que interrumpe la lección, es importante que le digamos que le atenderemos cuando terminemos de explicar lo que toca en ese momento. Así, trataremos de seguir impartiendo la clase sin prestarle más atención, aunque persista en su comportamiento. La clave de esto está en buscar un momento para hablar con él al finalizar la lección, cuando ya no estén sus compañeros delante. Entonces, le indicaremos qué ha hecho mal de forma sencilla, haciendo hincapié en la importancia de buscar una solución.

¿Qué puede hacer el profesor para fomentar las conductas deseadas en el aula de forma que mejore el clima en clase?

Para empezar, es importante que se alabe y se preste atención delante de todos a las conductas positivas que queremos que aumenten. Es decir, aplicaremos un refuerzo. Esto es fácil con aquellos alumnos que se suelen portar bien, pero todavía es más relevante hacerlo con todos aquellos a los que les cuesta más. De esta manera, estaremos destacando aquellos actos que nos gustan, en lugar de estar continuamente diciendo en clase lo que no se puede hacer. Además, tenemos que establecer una rutina y unas reglas en el aula que les comunicaremos a los alumnos. Así, les explicaremos la señal que da comienzo a la clase y la actitud que nos gustaría que adoptaran a partir de ese momento. También es importante finalizar las lecciones haciendo un resumen de lo que se ha trabajado en ese tiempo, de forma que los contenidos se fijen mejor y el aprendizaje continúe. De nuevo, pondremos de relieve lo que se ha hecho bien y aquello que hay que mejorar. Así, implicaremos más a los pequeños en el progreso de la clase.