Antes de buscar un embarazo siempre es conveniente estar en nuestro peso normal y no excedidas. por eso, antes de lanzarze a la búsqueda de un futuro bebé, y si se tienen varios kilos de más, es aconsejable ponerse a régimen. Sin embargo, no es bueno elegir cualquier dieta sacada de revistas, de la tele, o la que nos llegue a recomendar alguna amiga o conocida. Si empezamos a realizar una dieta restrictiva o que no es acorde a nuestro organismo y estilo de vida, podemos perder peso pero al faltarnos nutrientes importantes, la concepción puede tornarse complicada y tardar más tiempo que el deseado. Por eso, siempre es importante consultar a un nutricionista para que nos evalúe y lleve adelante los chequeos o estudios pertinentes y que sea él o ella quien nos brinde el mejor plan para adelgazar pero estar bien alimentadas. Lo aconsejable es comenzar a modificar los hábitos nutricionales entre 3 y 6 meses antes de buscar el bebé. Estos consejos ytambién cuentan en caso de que se vaya a encarar algún tipo de tratamiento de reproducción asistida.
Una vez que estamos embarazadas, es muy importante no olvidarse del tema peso. Muchas no toman conciencia y piensan que pueden darse todos los gustos porque no se les va a notar. Sin embargo, luego del parto, el descenso de peso puede volverse una odisea, y puede acarrear hasta problemas en la salud. Eso de “comer x 2” es un mito transmitido por las abuelas y las bisabuelas. No sólo no tiene fundamento científico alguno, sino que además, es totalmente contraproducente. Así como no deben existir muchas restricciones en los alimentos a consumir, tampoco hay que comer en exceso. Lo ideal es que la ingesta no supere a las 2.000 calorías diarias pero, más que una cuestión de calorías, el foco debe estar puesto en la calidad de los alimentos que se consumen. También, hay que destacar que durante el embarazo, no hay que realizar ningún tipo de dieta para adelgazar porque puede comprometer el desarrollo fetal y perjudicar nuestra salud. Salvo que exista algún tipo de prescripción médica o que sea el obstetra quien aconseje llevar a cabo un régimen por alguna cuestión médica, no hay que lanzarse a cumplir con algún ocurrente plan dietario.
En lo que respecta al tema de los famosos “antojos”, muchos sostienen la idea de que realmente no existen, y que son una excusa para que la embarazada pueda comer lo que desee, sin medir calidad ni cantidad. Cierto es que, a más de una seguramente le agarraron ganas de comer cierta clase alimentos, que quizás, antes de embarazarse, lo odiaban o no lo consumían con frecuencia. Está bien poder darse gustos, tomar una helado una vez por semana, comer un choclate, pero esto no significa que todos los días andemos con 2antojos” y nos la pasemos desayunando y/o merendando medio kilo de helado…
Con el tema de las grasas trans o saturadas, las gaseosas azucaradas, los jugos, snacks y golosinas, sucede algo similar al tema de los antojos. Lo ideal es no consumir este tipo de alimentos porque no aportan nutriente alguno, pero puede suceder que una día tengamos ganas de comer papas fritas o chizitos, y hacerlo, tampoco es un pecado. Hay que consumir esta clase de comidas con suma moderación. Siempre es aconsejable consumir jugos de frutas naturales, leche descremada, quesos magros, carnes magras (sin grasa), pechugas de pollo (sin piel), beber bastante agua mineral sin gas, frutas y verduras bien cocidas.
El aumento de peso ideal para una embarazada ronda entre los 9 y los 12 kilos a lo largo de los 9 meses de gestación. Sin embargo, a mayor peso materno, los límites disminuyen. Para una mujer con un peso normal se recomienda una suba máxima de entre 10 y 14 kg, mientras que si existe obesidad, entre 7 y 11 kg.