Casos de chicos que crecen (o nacen) en una casa donde la carne es una ausencia explícita en la mesa de todos los días, son cada vez más frecuentes en la Argentina. Se estima, entre el 1 y el 2% de la población es vegetariana. Hay mucha convicción en no comer carne y en no cocinarla, con lo cual es casi seguro que si los padres son vegetarianos los hijos adoptarán la misma alimentación. Es así como algunos pequeño vienen de familias que abandonaron la carne; otros pidieron ellos mismos evitarla.
¿Es conveniente avalar esta nueva dieta infantil?
Hoy hay mucha más apertura y aceptación incluso entre los profesionales de la salud, como pediatras o nutricionistas, ante el hecho de que un chico sea vegetariano: de ahí que no cuestionen la decisión de los padres de alimentar de esta forma a sus hijos/as. Son tantos, de hecho, los chicos que no consumen carne que muchos colegios han reformulado las propuestas de sus comedores. El Deutsche Schule Hurlingham, por ejemplo, ofrece la posibilidad de que los chicos vegetarianos o veganos puedan mantener esa forma de alimentación puertas adentro del colegio. Es que el porcentaje del alumnado que no come carne representa aproximadamente el 15% de la matrícula.
La medicina tradicional se presenta más a favor de esa decisión, pero señala, sobre todo en el caso del veganismo, cuestiones no menores que deben ser atendidas para garantizar el normal desarrollo de los chicos. Bien planificadas, son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluyendo embarazo, lactancia, infancia y adolescencia. Siempre debe tenerse en cuenta que existen determinados nutrientes en que su ingesta se dificulta con una alimentación exclusivamente vegetariana: las proteínas, los ácidos grasos omega 3, el hierro, el cinc, el yodo, el calcio y las vitaminas D y B 12. Casi todos estos nutrientes pueden ser incorporados si quienes practican una alimentación vegetariana tienen conocimiento de los alimentos que son fuente de los mismos, así como de la forma de consumirlos. La excepción es la vitamina B 12, que sólo está presente en alimentos de origen animal y su carencia produce enfermedades hematológicas y neurológicas de variada intensidad. En el caso de los veganos, que no consumen ningún derivado animal, esta vitamina deben incorporarla mediante alimentos enriquecidos o suplementos dietarios. Una dieta vegana representa un riesgo, salvo que se realicen controles estrictos, los padres estén muy entrenados y los chicos reciban los suplementos suficientes para cubrir brechas de consumo y prevenir carencias.
Hay muchos adolescentes que se están haciendo veganos y no cuentan con información, lo que es un riesgo, ya que terminan alimentándose muy mal, del mismo modo que los vegetarianos que abusan del gluten, el tofu y otros alimentos procesados que no son muy saludables. La mayoría tiende a ser más bajos y más livianos o menudos. La cuestión de la talla no es menor en ciertos ámbitos médicos que no miran con buenos ojos el veganismo en los niños, y de hecho es uno de los argumentos que se expresan en el debate en torno de esta alimentación: si los chicos no expresan todo su potencial genético en un aspecto tan fácil de medir como es la talla, ¿puede ser que haya otros aspectos menos visibles del desarrollo en los que también ponga un freno dicha alimentación?
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