¿Cómo es el cerebro de los bebés?

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El cerebro del bebé es fascinante. Comprender cómo funciona este órgano en los primeros años de vida, cómo crece, evoluciona y se moldea, nos ayuda a entender mejor a nuestros hijos y a criarlos acorde a sus necesidades emocionales.

Una investigación reciente publicada en la revista JAMA Neurology en la que se ha escaneado el cerebro de 87 bebés desde el nacimiento hasta los tres meses ha revelado que cuando más rápidamente crece el cerebro del bebé es en las horas y días posteriores al parto. Una razón más para no separarse del bebé ni un segundo tras el parto y para crear un vínculo afectivo sólido con el recién nacido.

El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de California, la Escuela de Medicina San Diego y la Universidad de Hawai utilizando técnicas avanzadas del escaneo. Es la primera vez que se publica información precisa acerca de cómo crecen los cerebros de bebés, datos que no está basados ni en estudios post-mortem ni en métodos de escaneo menos efectivos. Han encontrado que el cerebro humano crece más rápido después del nacimiento y logra alcanzar la mitad de su tamaño adulto a los tres meses de vida. El cerebro del recién nacido crece un promedio de un 1% por día y a partir de los tres meses crece un 0,4% diario. También observaron que los cerebros de los varones crecen más rápido que el de las niñas y que las zonas del cerebro involucradas en el desarrollo del movimiento crecen más rápido que aquellas vinculadas a la memoria.

El cerebelo, una región del encéfalo cuya función principal es de integrar las vías sensitivas y las vías motoras, es la que más rápidamente crece ya que duplica su tamaño en los primeros 90 días de vida del bebé. El cerebro comienza a funcionar a todo ritmo para que el bebé se adapte a su nuevo entorno, poniendo en marcha los mecanismos que involucran los sentidos y el movimiento. Por tanto, en los primeros meses es esencial estimular los sentidos del bebé, por ejemplo a través de las caricias, hablándole a una distancia que pueda verte y con una voz suave. Los masajes, por su parte, contribuirán a que el bebé comience a tomar noción de sus propio cuerpo y esté mejor preparado para la fase del agarre, el gateo y más tarde para comenzar a caminar.

La región que más lentamente se desarrolla es el hipotálamo, la más importante para la coordinación de conductas esenciales, vinculadas al mantenimiento de la especie, además de regular la liberación de hormonas de la hipófisis, mantener la temperatura corporal y organizar conductas como la alimentación, ingesta de líquidos, apareamiento y agresión. Esta región juega además un papel central en cómo se organizan y crean las memorias. La explicación científica a la ausencia de memoria en los primeros años de vida es que el tamaño del cerebro de un niño pequeño es aún limitado para el proceso de generar nuevas células y almacenar recuerdos a la vez, por lo que éste prioriza, sabiamente, lo primero.

Al evaluar a los bebés prematuros, los científicos notaron que sus cerebros eran un 4% más pequeños que aquellos niños nacidos tras el período normal de gestación. A pesar de crecer a un ritmo más rápido que los bebés nacidos en el período normal, sus cerebros eran un 2% más pequeños después de los 90 días.

Hasta el momento, la forma de controlar el crecimiento cerebral es a través de la medición del cráneo del bebé con una cinta métrica. Si la circunferencia craneal no se corresponde con la edad del niño podría sugerir algún trastorno del desarrollo. Pero debido a que las cabezas de los bebés varían en tamaño, las medidas con cintas métricas o centímetros no siempre son precisas y se necesita un método más efectivo para detectar si el crecimiento cerebral es normal o no. De esta forma se podrían identificar señales tempranas de enfermedades de desarrollo cerebral, incluidas el autismo.

Conocer que el cerebro del bebé crece rápidamente en las primeras horas y días de vida y que crece tan espectacularmente en los tres primeros meses de vida, haciendo un gran esfuerzo para adaptarse a su nuevo entorno, nos hace justificar aún más las prácticas de apego. El apego ayudará a nutrir su cerebro en pleno crecimiento y a crear un vínculo emocional sólido comenzando inmediatamente después del parto a través de la no-separación entre la madre y el bebé (ni un sólo minuto) y del contacto precoz piel con piel entre ambos.

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