Cuando los pequeños cumplen los 3 años de edad, muchos suelen hablar a la par de un adulto, saben expresarse y pronuncian las palabras casi a la perfección. Sin embargo, esto no sucede con otros chiquitos y es entonces cuando muchos papás empiezan (equivocadamente) a comparar, y surgen dudas sobre si su hijo/a tendrá algún tipo de trastorno del lenguaje. Para algunos, es difícil aceptar que su hijo necesite ayuda profesional porque lo asocian a un problema neurológico o de capacidades motoras. Sin embargo, los trastornos del lenguaje no siempre tienen una raíz neurológica, ni física, sino que simplemente con técnicas y sesiones de fonoaudiología , el pequeño que habla muy poco o de manera incorrecta, puede encontrar solución y potenciar sus aptitudes.
En primer lugar hay que recordar que el lenguaje es un proceso complejo, una capacidad que proporciona una serie de habilidades específicas. Como las habilidades fonéticas, que le permiten hacer sonidos articulados, y fonológicas, para asociar sonidos correctamente, las palabras y sus significados. Hay trastornos del lenguaje que afectan a una o ambas, con diferentes síntomas y problemas específicos. Los trastornos del lenguaje pueden estar asociados a un problema de deficiencia de la lengua, como falta de fluidez o tartamudeo, pero también pueden estar relacionados con el autismo, por ejemplo. Es importante detectarlo porque algunas veces los papás se dan cuenta de esto cuando el chiquito ingresa a la escuela y éste no sea aceptado por no estar “al nivel” de sus compañeritos. A la larga, esto puede desarrollar inseguridades, timidez, y otros problemas relacionados con la frustración en el pequeño.
Los trastornos específicos del lenguaje por lo general afectan a los niños de entre los 2 y 6 años. Trastornos caracterizados por la alteración de los sonidos, la incapacidad para pronunciar correctamente algunos sonidos, algunas letras y, por lo tanto, ciertas palabras. También pueden darse otras manifestaciones como la omisión de los sonidos, su alteración o sustitución, la inversión de las sílabas de una palabra, la pronunciación de palabras incomprensibles y dificultades para emitir algunos sonidos de la manera correcta, y que en la mayoría de los casos son los más complejos, como s, z, gl, gn.
A medida que el niño crece, los trastornos del lenguaje tienden a disminuir y resolverse por completo. Cuando el trastorno no se resuelve de forma natural y, cumplidos los 5 o 6 años de edad todavía tiene las mismas dificultades de comunicación, es mejor no esperar y ponerse en manos de un experto. Es el fonoaudiólogo/a quien ayudará a elaborar un programa para resolver el problema con ejercicios específicos que, con paciencia y constancia, también deberán practicarse en los hogares.