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No son pocos los papás que se interesan por descubrir y ayudar a potenciar el talento de sus hijos. Entre los 5 y 6 años de edad es cuando se puede comenzar a explorar sus habilidades y destrezas. Algunos niños/as dibujan, pintan y, otros/as pueden ir demostrar cierta inclinación hacia el teatro, el canto, la música o bien mostrar un interés muy fuerte hacia algun deporte. Cada pequeño/a siempre suele tener un talento para algo. Desarrollar el talento no solo alimenta su autoestima, sino que además ayuda a potenciar sus intereses en el futuro.
Realizar aquello en lo que uno se reconoce con una capacidad especial es algo muy positivo y es una fuente de bienestar para los chicos. Si, además, puede comenzar a desarrollar ese talento desde edades tempranas, podría llegar a alcanzar niveles de excelencia. Experiencias empoderadoras como esta, podría marcarle de forma positiva para el resto de su vida.
Para descubrir y desarrollar el talento de nuestro hijo o hija, es necesario poder dedicarle tiempo a estar con él o ella y seguir ciertas recomendaciones que son bastante útiles como:
- Observar al niño/ a: cualquier momento es bueno para ello: mientras hace sus tarea escolares, juega o en cualquier otra actividad que realizamos con él en familia. Hay que centrarse en observar con qué cosas disfruta pasar el rato o en qué actividad tiene una capacidad especial. Evaluar si disfruta de la música, si le gusta bailar o prefiere pintar, si tiene buena memoria o si inventa juegos o cuentos. Podrían mostrar interés por los idiomas o aprenden a leer rápido. Observar si usan las dos manos para escribir o tiene facilidad para los deportes. Cualquiera de estas podrían ser señales que apuntan a diversas habilidades que posee nuestro hijo.
- Darle libertad para explorar: incentivar el que pueda conocer cosas nuevas, diferentes. Así, estaremos potenciando en el niño el placer por descubrir experiencias nuevas. No importa conseguir determinado resultado, sino el proceso. Es decir, darle la oportunidad de poner a prueba sus destrezas. Esta es una estrategia efectiva. Si lo dejamos explorar y conocer sus propias posibilidades, poco a poco irá descubriendo qué es lo que le apasiona y cuáles son sus habilidades. Y en la medida en que las ejercite será, incluso, mejor el grado de consecución de la tarea en cuestión.
- Valorar y respetar su ritmo: nuestro hijo/a puede sorprendernos por la rapidez con la que aprende o domina un conocimiento. O, por el contrario, podría necesitar más tiempo para descubrir qué le gusta. Un buen consejo, es evitar sobrecargarlo con un exceso de actividades extra. Si lo sobrecargamos, el altamente factible que se termine cansando y, enseguida después del cansancio, generalmente llega el desinterés. Guiar al pequeño/a hacia el conocimiento pleno de sus intereses personales, de sus habilidades físicas y mentales, requiere de tiempo. Entonces, hay que hacerlo con calma, jugar con él/ella, permitirle explorar, ponerse a prueba, equivocarse y volver a empezar. Todo esto forma parte de la aventura y es lo que la hace realmente apasionante.
- Evitar las comparaciones: nunca hay que comparar la inteligencia o las habilidades de nuestro hijo/a con las de otros chicos/as. Menos aún, con la de los hermanos/as. Cada niño/a es único/a y, como tal, merece ser tratado acorde a su individualidad. El talento puede ser heradado o no. Podría ser innato o alcanzado por el desarrollo de ciertas habilidades. Debemos ser conscientes y tener presente de que nuestro hijo/a o terminará siendo músico porque su abuelo lo era, por ejemplo. Además, es importante tener en claro que nuestras pasiones no tiene por qué ser necesariamente las de nuestro hijo. Por mucho que querramos inculcárselas, él o ella, como ser independiente que es, perseguirá desarrollar las suyas, que podrían coincidir o no con las de sus progenitores. Si le imponemos nuestros gustos o preferencias, lejos de descubrir su talento, solo conseguiremos el rechazo de aquello que buscamos fomentar.
- No convertir su pasión en una obligación: una vez que hayamos determinado cuál es su talento, hay que ser prudente y no transformar la actividad en una obligación. Hay que dejarlo disfrutar. Dejarlo aprender, descubrir, autorrealizarse. Solo su interés justifica la razón de ser de esa experiencia. Tampoco le recriminemos por su desempeño. Esa presión es contraproducente. Si, en esta ocasión, lo que intentaba hacer no le salió tan bien, hay que reconocer su esfuerzo y animarlo a mejorar. La libertad con la que los chicos/as hijos puedan acercarse a lo que les apasiona puede ser el detonante para descubrir su talento. Es importante destacar que talento no es sinónimo de genialidad. Muchas veces basta con ser bueno en algo. No tiene por qué ser el mejor. Por el contrario, la obligación cercena el disfrute y podría frustrar su interés y desempeño en la actividad que comenzaba a apasionarle.