El herpes infantil es una infección mucho más común de lo que parece, dado el alto grado de contagio que conlleva. Además, una vez adquirido, se lleva en el organismo de por vida. Se trata de una enfermedad infecciosa viral que causa la aparición de lesiones en la piel. Se manifiesta como un conjunto de vesículas pequeñas envueltas por un círculo rojo.
Puede ser causa del virus:
El primero de estos virus es el causante más frecuente en niños, aunque también hay casos del segundo tipo. En el herpes de tipo 1, el más común (quizás también el más molesto) es el labial. Existe otra variedad, denominada herpes zóster (también llamado “culebrilla”), que se presenta como consecuencia de la permanencia del virus varicela. Afecta a las células nerviosas de la piel y se manifiesta con la aparición de ampollas en una zona específica del cuerpo, acompañadas por ardor o dolor punzante y hormigueo o picazón.
El periodo de aparición de la infección puede durar entre 10 y 14 días. Al principio, se percibe un enrojecimiento de la zona afectada, generalmente también con picazón. Luego, aparecen las vesículas rellenas de líquido, que causarán cierto dolor. Una vez que se revientan, dejan una especie de costra que tardará unos días en desaparecer. No deja marcas y, la gran mayoría de las veces, no causa complicaciones mayores. De todos modos, existen estudios que lo vinculan con la aparición de alzheimer en adultos. Si se presenta por primera vez en un niño, es muy probable que el herpes cause fiebre e inflamación en los ganglios linfáticos. En los recién nacidos, el virus del herpes puede causar complicaciones un poco más serias, como enfermedades del cerebro, pulmones e hígado, así como úlceras en la piel y ojos. En los casos más extremos, puede representar riesgos para la vida del bebé. La variedad de herpes zóster, en tanto, se presenta del mismo modo en el comienzo. La diferencia radica en que las ampollas suelen ser más dolorosas. Además, este tipo de herpes también puede estar acompañado de dolor abdominal, fiebre, escalofríos, dolores articulares y de cabeza.
En ambos tipos, el contacto del líquido que emana de las ampollas con una zona del cuerpo no infectada puede generar su aparición también en ese lugar. Es importante tomar los recaudos necesarios para que esto no ocurra.
La principal causa es el contagio por parte de los adultos, ya que entre el 70 % y el 90 % de ellos portan el virus. Sin embargo, también podemos identificar otros posibles orígenes para la aparición del herpes:
El herpes no tiene cura. Existen varios tratamientos para acelerar el proceso de curación de las lesiones. Una vez que esto pasa, el virus queda latente en el organismo hasta la siguiente activación. Su lugar de “hospedaje” son los ganglios nerviosos sensitivos. Con el tratamiento, el virus quedará inactivo en el organismo de la persona que portadora. El uso de medicamentos antivirales puede acelerar el proceso de sanación y evitar que el virus se propague más. Es importante tener en cuenta algunos puntos durante el cuidado de un niño con herpes:
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