Cada vez son más las mujeres que deciden realizarse una prueba genética en el primer trimestre de embarazo para poder detectar posibles anomalías genéticas en el feto. Aunque en la mayoría de los casos el resultado es negativo, un pequeño porcentaje de embriones presentan algún tipo de trastorno genético. Qué hacer a partir de este momento es una de las decisiones más difíciles de nuestra vida.
El test genético prenatal se caracteriza por ser una prueba no invasiva cuyo riesgo de aborto es prácticamente nulo, ya que solo se precisa de una muestra de sangre materna para su análisis. Además, su precisión ronda el 100 %, por lo que la prueba resulta aclaratoria y definitiva. Al ser una prueba no invasiva, se la puede realizar cualquier mujer, independientemente de su edad, masa corporal, tipo de embarazo (único, gemelar o múltiple) y método de gestación, ya haya sido un embarazo natural o por fecundación in vitro. Asimismo, no solo nos aporta información acerca de los trastornos genéticos que ya hemos visto, sino que, a mayores, los test actuales detectan micro delecciones cromosómicas o anomalías genéticas de los cromosomas sexuales.
Esta una prueba no invasiva pueden hacérsela las embarazadas a partir de la semana 10 de gestación. Se realiza a partir de una muestra de la sangre de la madre para detectar posibles anomalías en el ADN del feto. Principalmente, detecta 3 tipos de trisomías (aparición de un cromosoma extra en una pareja de cromosomas homólogos):
Dependiendo del resultado obtenido, serán necesarias otras pruebas de diagnóstico. En cualquier caso, la decisión del procedimiento a seguir dependerá del momento en el que vaya a realizarse la prueba y la urgencia con la que se precisen los resultados.
Por otra parte, existen dos tipos de pruebas prenatales que podemos realizarnos durante el embarazo: las pruebas de detección y las pruebas de diagnóstico. Las pruebas de detección evalúan el riesgo de la presencia de una posible anomalía, por lo que no significa que nuestro bebé la tenga. Por otro lado, las pruebas de diagnósticas confirman dicha sospecha.
El test genético prenatal es una muy buena alternativa a la amniocentesis, ya que no presenta ningún riesgo ni para la madre ni para el feto, y su fiabilidad es muy alta. Sin embargo, la única contra es que esta prueba, por el momento, solo se realiza en las clínicas privadas, y aun no siendo muy cara, quizá no esté al alcance de todas las familias o no se encuentre cubierta por muchos planes de prepagas u obras sociales.
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