Hoy en día, los niños crecen rodeados estímulos y permanecen excesivamente activados la mayor parte del tiempo. Pero, para lograr un correcto desarrollo, es fundamental que cuenten con momentos de tranquilidad y reposo. Relajarse consiste en llegar a un estado de descanso físico y mental a través de diversas técnicas y ejercicios. Lo cual implica multitud de beneficios para la inteligencia emocional y para la salud. Asimismo, favorece el aprendizaje y las relaciones sociales.
Los niños de hoy en día nacen en la denominada sociedad del estrés. Esto quiere decir que la gente, en general, vive continuamente acelerada y con la prisa como estilo de vida. Esto puede provocar gran malestar emocional e, incluso, problemas psicológicos. Por lo tanto, es muy importante que, desde los primeros años de vida, se cuide la salud física y mental de los más pequeños enseñándoles técnicas y métodos de relajación infantil.Además, no es raro encontrar a niños que se sienten nerviosos cuando estudian o cuando van a hacer un examen. En estos casos, el estrés, la preocupación y la ansiedad pueden generar el olvido de los conocimientos ya asimilados. Por eso, muchas veces el problema del bajo rendimiento escolar no se encuentra en el aprendizaje de los contenidos, sino más bien en la serenidad para relatar o redactar los contenidos incorporados. Así, la relajación infantil también es útil para el estudio y para obtener un buen rendimiento académico.
Las técnicas para relajarse son ideales para conseguir los siguientes objetivos:
- Generar emociones positivas.
- Mejorar las habilidades cognitivas.
- Aumentar el bienestar personal.
- Reducir la ansiedad, el estrés y la agresividad.
- Tomar conciencia del propio cuerpo.
- Favorecer el autocontrol.
Para llevar a cabo la relajación infantil es necesario que un adulto se encargue de explicar los ejercicios y guiar al niño en este proceso. En este sentido, hay que seguir estos pasos:
- Pedir al niño que se coloque en una posición adecuada. Para ello, puede sentarse en una silla con la espalda erguida. También puede optar por tumbarse cómodamente sobre una cama o en un sofá.
- Indicar que se cierren los ojos, mientras se pone una música relajante de fondo.
- Decirle que respire profundamente y que focalice su atención en la música.
- Instruir gradualmente en la realización de ejercicios de tensión-relajación de las diferentes partes del cuerpo. Debe hacerse en el siguiente orden y repitiendo cada ejercicio tres veces con descansos de unos segundos:
- Brazos y manos: contraer, sin mover, primero un brazo y luego el otro con el puño apretado, notando la tensión, y relajar lentamente.
- Frente: arrugar unos segundos y relajar.
- Nariz: arrugar unos segundos y relajar.
- Boca: sonreír ampliamente y relajar.
- Lengua: presionar la lengua contra el paladar y relajar.
- Mandíbula: presionar los dientes notando la tensión en los músculos laterales de la cara y relajar .
- Labios: arrugar como para dar un beso y relajar.
- Cuello: flexionar hacia atrás y volver a la posición inicial. Flexionar hacia adelante y volver a la posición inicial lentamente.
- Hombros, pecho y espalda: colocar los hombros hacia los omoplatos.
- Estómago: tensar estómago y relajar lentamente.
- Piernas: estirar primero una pierna y después la otra levantando el pie hacia arriba; relajar lentamente.
- Tras estos ejercicios, el niño debe imaginar una escena agradable. Tiene que dejarse llevar por ella durante un tiempo.
- Pedirle que vaya abriendo los ojos poco a poco contando de 5 hacia atrás.
Las pautas de relajación anteriormente mecionadas se pueden combinar con otros ejercicios que ayuden al niño a:
- Prestar atención en su propia respiración.
- Guiar sus pensamientos y sentimientos.
- Mantenerse pacientes.
- Controlar los impulsos.
Además, cabe destacar que la relajación se debe aplicar tantas veces como se considere necesario. Pero, especialmente, es conveniente llevarla a cabo en los momentos en los que el niño se encuentra muy alterado o desconcentrado. Con ello, conseguiremos que el pequeño pueda tranquilizarse y descansar.