La anemia en los más chicos no siempre se detecta con facilidad, pero afecta al 47,4% de los niños de entre 3 y 5 años. Algunos sintomas como: palidez, agotamiento, apatía, exceso de sueño, desgano, la existencia de soplos, ictericia, esplenomegalia o retraso en el crecimiento pueden indicar una importante carencia de hierro que puede revertirse mediante la ingesta de suplementos vitamínicos. En otras ocasiones, es necesario tomar otras medidas porque el cuadro puede ocultar alguna enfermedad más complicada.
La anemia es una una afección que implica una disminución en el número de hematíes o hemoglobina respecto a los valores normales para la edad y el sexo. Para fabricar suficiente hemoglobina, el organismo necesita tener sus depósitos de hierro bien repletos, por eso resulta ser un mineral clave en la salud. Su ausencia es un problema muy común en los primeros años de vida de los niños, sobre todo entre los 6 meses y los 2 años de edad, pero que debe solucionarse para prevenir futuros inconvenientes.
Las anemias pueden dividirse en diferentes tipos de acuerdo al origen de su existencia:
Es muy importante poder detectar la anemia a tiempo porque en su fase inicial puede curarse en forma simple a través de la incorporación de suplementos. Cuando se tienen dudas o se sospecha que el niño la padece, consultando al pediatra y con un simple análisis de sangre (hemograma completo) en el cual se detallan los valores de hierro y ferritina (hierro en sangre) es posible detectar el problema bien a tiempo.
Las anemias más habituales son las que se dan por deficiencia de hierro. A largo plazo puede ocasionar disminución en la capacidad intelectual del pequeño, problemas en la capacidad de aprendizaje, alteraciones en el sueño, alteraciones en el comportamiento y fatiga crónica. Los casos más severos pero muy poco frecuentes pueden ocultar enfermedades muy graves como : talasemias o leucemias u otros tipos de cánceres.
Los sintomes más comunes que la caracterizan son :
Los requerimientos diarios de hierro son entre ocho y diez miligramos por día. Para obtenerlos de forma natural se aconsejan alimentos ricos en hierro, como las carnes rojas (3 o 4 veces a la semana), yemas de huevo, legumbres, verduras de hoja verde (espinacas, bróccoli, acelgas), pescados (sardinas, anchoas).
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