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Actitudes “paranoicas” de las madres primerizas

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Ser una madre primeriza suele someter a muchas mujeres en actitudes neuróticas y algo paranoicas. Para empezar, estamos plenamente convencida que las rutinas son imprescindibles para una crianza saludable. Entonces, llegan las 19 horas y, como si sonara una alarma que no puede ser desactivada, todos deben de inmediato regresar al hogar. Con una precisión de relojista, comenzamos a encarar cada una de las rutinas del bebé, a rajatabla: nada ni nadie puede interrumpirlas: se prepara la leche o papilla, el toallón para el baño, el pijamita, acostarlo y, si lo logramos, dormirlo …

  • No son pocas las mujeres que se vuelven expertas en materia de limpieza y asepsia : todo aquello que toca el bebé se esteriliza. Mamadera, chupete, las visitas… Una termina siendo capaz de comprar desinfectante para todo, todos y todas, sean objetos y/o personas que vayan a tener contacto con el bebito.
  • Otra característica muy común es la de perseguir a sol y sombra al pediatra : lo llamamos, le mandamos mensajes, le enviamos e-mails. Y, vamos a chequear el WhatsApp: obseervamos que el mensaje fue leído pero no tenemos respuesta. Asíque, ya a estas alturas, sin pudor alguno, optamos por publicarle una foto del pañal de tu criatura en su muro de Facebook / a veri si así logramos que reaccione y obtener la bendita respuesta sobre si el bebé va bien o no de cuerpo).

  • El gran tema del abrigo: ¿Body de mangas cortas o largas? Si se destapa, no alcanza la manga larga, así que vamos directo al body frizado o d eplush. Pero si no se destapa, puede transpirar tanto que se moje y se enferme o, mucho peor, llegar a deshidratarse mientras duerme. ¿Qué hacer???? La duda parece no tener fin.
  • El sol y la protección: lo embadurnamos con esa crema, tan blanca y pegajosa que tu bebé corre peligro de resbalarse de tus manos. obviamente, también le pusimos a modo de “refuerzo” un gorrito, remerita y calcitas UV. Muy práctico y simple…todo para ir una horita a la playa.
  • Dudamos de nuestra producción de leche: para asegurarnos de que el bebé esta bien nutrido, comemos en cantidades desorbitantes como si alimentáramos a un batallón. El niño sube de peso… todo bien,pero nosotras terminamos recuperando hasta el peso que fue perdido en el parto!!!
  • Las interconsultas: les preguntamos nuetras dudas no sólo al pediatra, sino también a nuestras mamás, suegras, abuelas, amigas con hijos, etc. Finalmente, hasta googleamos el asunto que nos pone ilógicamente ansiosas y preocupadas, pero cuando terminaste de resumir los 500 comentarios, ya te nos olvidamos qué era aquello de lo cual dudábamos.
  • El famoso colecho: nos sumamos a la famosa teoría del apego y, decidimos que el bebé duerma por un tiempo (indefinido) en nuestra cama (con o sin padre incluído). Pero : ¿Y si lo aplastamos?”, es lo primero que pensás. Así que se corren ambos hasta los extremos de la cama para darle espacio. Pero tanto, tanto que terminamos durmiendo al filo del “vacío”. A la mañana, el bebé amanece feliz estirándose en la cama, pero ustedes están megacontracturados en el borde, si fueron afortunados de no caer al piso.
  • Lavado a mano con jabón “Woolite” o similar: juramos no tentarnos con usar el lavarropas porque la piel del bebé es hipersensible y no querés que esté en contacto con químicos. Hay que darse un tiempo y esperar a que gatee y luego camine, para terminar metiendo ropa interior de adultos (u otras prendas) junto con su pijamita preferido. Y, cero remordimiento.
  • Los nuevos miedos: ¿Los taxis tendrán la seguridad suficiente para que viaje un bebé? ¿En el pediatra no se contagiará algo de otro nene? Y la lista sigue… mínimo hasta que el niño cumpla 21 y se vaya a vivir solo.
  • El super apego: no salimos solas con amigas ni con nuestra pareja y terminamos llevando al chiquito hasta a terapia. De hecho, nos empiezan a dar ganitas de arrancar con algún curso acelerado de maestra jardinera con tal de no despegarnos de su lado.
  • La hiper dependencia al baby call: El dilema: ¿cuán lejos de su habitación te podés ir? ¿El gato será capaz de hacerle algo? Cerrás la puerta, pero no vas a escuchar si llora. Ahí te acordás de la utilidad del baby call… Pero ¿y si se corta la luz? Si no, meto al gato en el baño y listo… las dudas son interminables.
  • El silencio abrumador: Teléfono y timbre desconectados, la radio en off, la tele sin volumen, caminamos en puntas de pie, está prohibido usar el lavarropas y, si vamos al baño, no hay que apretar el botón. Nada va a boicotear nuestro gran logro: dormir al bebé. No hablamos, para que ningún sonido interfiera en los dulces sueños de nuestro hijo. ¿Sexo? Un “mudito” puede salir, pero, con tal de que no se despierte, mejor patearlo para otro momento.
  • La mega protección en el hogar: el Pentágono es un poroto comparado con nuestra casa o departamento. Puertas, ventanas, enchufes, cajones, esquinas de los muebles…, todo está bajo control.

CONCLUSIÓN

Todas estas precauciones paranoicas, al final terminan teniendo el efecto contrario del que quieren conseguir. La sobreprotección siempre provocó desastres en la humanidad psicológica del sobreprotegido. Los chicos que viven en una 2burbuja” y cuyos padres viven corriéndoles las piedras del camino para que no tropiecen, terminan siendo mas más vulnerables a corto, mediano y largo plazo. Son más inseguros, tardan más en desenvolver sus habilidades o no directamente se frustran rápidamente y, no las desenvuelven. No desarrollan su propio repertorio de recursos, son más propensos a contraer enfermedades y finalmente, lo peor: son INFELICES. Socializan poco, tardan más en aprender y no tienen autoconfianza. O sea, que sus madres maniáticas que deberían ser sus mejores amigas, se terminan transformando en enemigas para una crianza sana y feliz. Lo único que puede salvar a estas mamás de esta aparente “neurosis o  paranoia”, es el sentido común y, animarse a “soltar” al chiquito a medida que va creciendo.

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