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Tener un parto por cesárea no es nada sencillo

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El parto natural o mediante cesárea, cualquiera de ellos, es diferente y tiene puntos a favor y en contra. No hay partos más fáciles ni más difíciles. No hay un método o intervención que represente una salida o escapatoria. Sin lugar a dudas, la cesárea no es el camino fácil de dar a luz del que tanto se habla.

Desde luego, todas las madres llegan al sanatorio en el día clave deseando con todas sus fuerzas que todo marche bien. Es verdad que también se esconde cierta preparación mental en caso de que las cosas no salgan como se esperan. Sin embargo, aunque este tema está lleno de mitos, existe una gran verdad. El tipo de parto necesario para que tu hijo llegue al mundo no te hace mejor ni peor madre. Después de todo, ser madre trasciende este rol meramente biológico. La maternidad tiene que ver con el amor, protección y el cuidado de bebés tan preciados. Es abrazar esta bendición y agradecer cada día.

Muchas veces, pasar por una cesárea es la única alternativa para poder tener sano y salvo a tu hijo. Muchas madres no logran transitar o soportar lo que implica el trabajo de parto. Incluso, hay casos donde se inicia el trabajo de parto, pasan horas y días pero el bebé no llega. A cada momento aumenta el riesgo y la tensión. Entonces, parece no haber otra salida.

En estos casos, por supuesto que los especialistas perciben signos de sufrimiento, además de síntomas clínicos, que indican la imperiosa necesidad de tomar un camino difernte al parto normal/natural. No es ciertamente un atajo. Además, este tipo de cambio de decisión de los médicos implica un shock insuperable para las madres. Ciertamente, el anuncio del médico obstetra rompe todos los esquemas, y vaya que asusta pensar en los posibles resultados. Muchas veces, no existe otra opción o alternativa viable. Es allí donde el orgullo debe dar lugar a la resignación. En ese preciso instante, se reaviva e intensifica el deseo de salvar como sea la vida del bebé que está en camino. Esto significa que muchas veces no depende de las mujeres este tipo de elección en materia de intervenciones y métodos. Las futuras mamás y los médicos terminan perdiendo el control sobre el parto y simplemente se niegan a hacerlo sobre la vida humana más preciada y esperada.

La cesárea es más compleja y dolorosa que el parto natural. Después de todo, no deja de ser una intervención quirúrgica. El parto natural puede ser más doloroso en el momento, mientras que la cesárea es una operación que comienza a pasar factura en el post-operatorio. Este tipo de procedimiento no supone solamente mayor riesgo y verse cara a cara con la muerte en muchos casos. Sino que también su recuperación es más complicada y lenta. Y no solo eso, en el vientre siempre quedará una cicatriz que recordará el momento de mayor dolor y tensión de tu vida.

Tener un bebé chillando sacado desde una incisión de solo 8 centímetros de largo, pero que requirió cortar, triturar y tirar hasta desgarrar a través de todas las capas de grasa, músculo y órganos; es una experiencia completamente diferente a como cualquier mamá desearía traer a su hijo a este mundo. Por eso,  muchas mamás que han pasado por esta experiencia tan denostada por la ignorancia de la gente, sostienen que no es en absoluto agradable. Incluso, pensar en el regreso a casa puede ser fuerte. La cesárea usa los músculos centrales del abdomen, lo que afecta considerablemente el transcurrir diario ya que influyen en todo. Son músculos desgarrados, destrozados, que tardan en reponerse naturalmente. Toser, estornudar, hacer fuerza para cargar o amamantar al bebé y sentarse pueden resultar una verdadera tortura (una episiotomía en el canal vaginal es hasta más llevadera). Entonces, el sentimiento de incapacidad invade a estas madres, por momentáneo que sea.