Vivimos tiempos en los que llenamos la agenda de nuestros hijos de actividades extraescolares. Mientras todos los padres pensamos que queremos darles lo mejor, no nos damos cuenta de que estamos promoviendo la saturación de los niños. Los niños del siglo XXI tienen una agenda sobrecargada por sus padres. Una saturación de actividades que no siempre se corresponde con los intereses y preferencias del niño. Más bien tiene que ver con la imposibilidad de los padres de tener un horario que les permita compartir el tiempo libre una vez cumplida la jornada escolar. En otros casos, se corresponde con el deseo casi obsesivo de los padres para que sus hijos sean “los mejores”. Con ello, se somete a los niños a un estrés y presión innecesarios, se les quita su derecho a jugar libremente, lo que prácticamente les roba su niñez. Suena duro, pero tiende a ser así.
Aún cuando abundan estudios que valoran la importancia del juego para el desarrollo infantil, hoy en día no hay tiempo para jugar. La creatividad, las emociones y las relaciones las entrenan así: jugando. El juego les proporciona una inteligencia social y emocional que no aprenden de otra forma. Una sobresaturación del tiempo de los niños les roba tiempo para relacionarse y disfrutar su niñez.
La saturación de los niños comienza con las actividades extracurriculares. Los niños asisten a su escuela formal, hacen los deberes y luego deben cumplir una apretada agenda que incluye idiomas, prácticas deportivas, actividades artísticas e informática, por nombrar las más comunes. Ni siquiera los fines de semana hay tiempo libre para compartir momentos de juego lúdico con otros niños. Generalmente, hay presentaciones o competencias a las cuales hay que asistir porque forman parte de las actividades extraescolares.
Pero la agenda llena de actividades no solo es durante la época de clases. Las vacaciones también están saturadas. Los niños asisten a colonias de vacaciones o de deportes, con una extensa programación de actividades. También, participan en eventos o presentaciones culturales. Los niños disfrutan lo que están haciendo, pero la rígida organización de actividades deja poco espacio para relacionarse espontáneamente con otros niños, menos aún para jugar con libertad.
No se trata de desacreditar las actividades extracurriculares. El problema es que los niños no tienen tiempo para cada cosa. El juego, lúdico y libre, con niños de su misma edad o de otras edades, es vital para ellos. Pero el afán que tenemos los padres por ocupar el tiempo libre, deja cada vez menos espacio para jugar. El juego libre, sin fines didácticos ni pedagógicos, donde las normas las definen los niños, no los adultos, es fundamental para el sano crecimiento de los niños. Es la fórmula perfecta para socializar, aprender a gestionar las emociones, estimular la creatividad, mejorar la autoestima y desestresarse.
Esta realidad que viven los niños de hoy, que seguramente no vivieron sus padres o abuelos, es lo que está afectando al desarrollo de las habilidades sociales. Los niños pequeños necesitan jugar con niños mayores, pues eso desarrolla su cerebro social. Necesitan jugar al aire libre, crear y compartir sin la marcada dirección de los adultos.
Cómo combatir la saturación de los niños
- Tener en cuenta los intereses y el temperamento del niño. Si vas a ocupar su tiempo libre tiene que ser con actividades que le gusten y con las que se pueda integrar con facilidad.
- Evitar una agenda sobrecargada. Los niños necesitan tiempo para hacer los deberes, descansar, compartir con los padres y conversar. También, necesitan aburrirse. Sería perfecto que el niño tuviera por lo menos 2 días sin actividades extraescolares.
- Si no le gusta la actividad, no obligarlo. Tiene que haber un equilibrio entre animarlo a ser perseverante y saber cuándo es necesario desistir. Antes de inscribirlo en una actividad, conviene que pruebe si le llega a interesar Es fundamental que el niño disfrute lo que está haciendo.
- No transformarse en fuente de estrés infantil. Si un niño muestra síntomas de cansancio, insomnio o decaimiento, quizás ya no pueda más. Hay que dejarle el espacio que necesita para descansar y estar tranquilo.
- Organizar encuentros que sean solamente para jugar. Es importante que se junten con amigos y otros niños, sólo para jugar. No es necesario llevar a cabo una organización muy elaborada, se trata de propiciar el encuentro con sus pares y, que ellos decidan libremente a qué jugar y cómo hacerlo.
El juego es para los niños tan importante como respirar y comer. El juego es la llave que abre la puerta de la relación con el mundo que les rodea. Los beneficios del juego para el desarrollo infantil nunca han sido tan estudiados como en el presente, cuando el niño tiene menos tiempo para jugar. La organización de actividades extraescolares que básicamente obedece a intereses y necesidades de los padres, tiene que dejar espacio para que el niño juegue simplemente por el placer de jugar.