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¿Qué es el trastorno de movimientos estereotipados?

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Se trata de una alteración motora que combina elementos psicológicos y neurológicos y, aparece durante la infancia. Se caracterizan por tener origen en un desarrollo nervioso distinto al habitual o por la presencia de problemas, enlentecimiento o alteraciones en la maduración del sistema nervioso durante el crecimiento.

Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra propia forma de ver el mundo, percibirlo e interactuar con él. Pensamos, nos relacionamos, nos expresamos, hablamos o incluso nos movemos de formas diferentes. Ello se debe a que nuestro ser e identidad surge principalmente de la interacción entre nuestra biología y nuestras experiencias y aprendizajes. Ahora bien, no dejamos de ser miembros de una misma especie, de tal manera que a nivel biológico estamos sometidos y compartimos un genoma y una misma estructura básica, teniendo un proceso de crecimiento que resulta muy semejante en la mayoría de personas. Entre los múltiples sistemas que surgen de este desarrollo se encuentra nuestro cerebro.

Sin embargo, en ocasiones pueden producirse alteraciones o problemas durante dicho desarrollo, capaces de alterar aspectos tales como la capacidad de realizar o inhibir nuestros propios movimientos. Un ejemplo de ello lo encontramos en el trastorno de movimientos estereotipados, un problema del neurodesarrollo, el cual se caracteriza por la presencia de manera habitual comportamientos y conductas motoras de tipo repetitivo, sin objetivo y aparentemente guiados que surge en las primeras fases del desarrollo y que provoca una interferencia en la vida del menor que lo sufre, en un período que debe comprender al menos cuatro semanas.

Algunos movimientos habituales son cabeceos, sacudir manos y brazos o mecerse, pero también es posible que la estereotipia en cuestión sea un acto de autolesión como golpearse a sí mismo o darse cabezazos. Es por ello que algunas estereotipias pueden resultar peligrosas y dar lugar a lesiones, que incluso podrían llegar a incapacitar o provocar la muerte. En este sentido al realizar el diagnóstico se tiene que especificar si se da con o sin autolesiones, y si se requieren de medidas de protección para prevenir lesiones.

Estos problemas tienen inicio en la infancia (suele aparecer antes de los 3 años de edad), y pueden provocar limitaciones o dificultades en la funcionalidad o adaptación del sujeto en comparación con sus semejantes. Es habitual que los movimientos perduren durante la infancia y alcancen su máximo pico en la adolescencia. También puede afectar a la socialización y al aprendizaje, al dificultarlos o poder generar rechazo social.

Estos movimientos reciben el nombre de estereotipias, y se conocen como un tipo de movimiento hipercinético o por exceso de este. Se trata de movimientos parcialmente involuntarios que aparece de manera coordinada y generalmente rítmica. Implica que no se llevan a cabo con un propósito determinado a nivel consciente sino que surgen de manera espontánea y no controlada. Aparecen generalmente de manera impulsiva y aunque puede dificultar el seguimiento de acciones no impide la realización de movimientos complejos. Su finalidad no es clara, si bien se sugiere que pueden tener como objetivo gestionar y regular la tensión interna del niño. Asimismo, únicamente se dan durante la vigilia y en la mayoría de los casos la distracción o la iniciación de una actividad puede detener la realización de los movimientos.

Es importante tener en cuenta que el diagnóstico de trastorno de movimientos estereotipados no puede realizarse si existe otro trastorno del neurodesarrollo que explique estos comportamientos, o bien una intoxicación o enfermedad neurológica diagnosticada. En este sentido cabe remarcar que es habitual que aparezcan estereotipias en personas con discapacidad intelectual o autismo, en niños con problemas de tipo psicótico o en algunos casos de trastorno obsesivo compulsivo infantil, si bien en estos casos no se consideraría el diagnóstico de trastorno de movimientos estereotipados. También, hay que tener en cuenta que este trastorno se diferencia del de tics motores complejos, con el que puede confundirse pero en el que los movimientos son menos rítmicos y más involuntarios e incontrolables. Otro problema con el que puede confundirse es con la tricotilomanía, en la que el afectado se arranca el cabello compulsivamente como método de gestión de la ansiedad.

Aún hoy en día no se conocen por completo los mecanismos que originan este trastorno, pero obedece a un problema derivado del proceso de maduración y desarrollo del cerebro del niño. Existen diferentes teorías respecto a cómo ocurre. Una de ellas establece una posible alteración a nivel de neurotransmisores, existiendo un posible exceso de dopamina y otras catecolaminas. A nivel cerebral también puede existir algún tipo de degeneración o alteración en áreas temporales. A nivel psicológico también se habla de un posible propósito inconsciente de estos movimientos, siendo resultado de un intento de descarga de energía provocada por la tensión. En ocasiones, algunas teorías han vinculado a la existencia de demandas excesivas por parte del entorno o en la búsqueda de placer y reducción del dolor al provocar mediante la autolesión el uso de sustancias que inhiben temporalmente el dolor (algo que hace que en la naturaleza podamos no sentir el dolor en toda su intensidad hasta poder ponernos a salvo). Asimismo, se ha observado que parecen más frecuentes en ambientes en los que ha existido una estimulación pobre del menor a nivel físico o social o, por el contrario, una sobreestimulación que les hace buscar un equilibrio a través del movimiento. Resulta más habitual en personas con discapacidad sensorial o institucionalizados.

Tratamiento

Puede ser tratado con un abordaje multidisciplinar, de tal modo que las estereotipias puedan reducirse y reducir la posible afectación en la funcionalidad y la participación en sociedad de los sujetos afectados. El tratamiento empleado en cada caso dependerá de los síntomas concretos, la edad y momento del desarrollo y las posibles causas. En algunos casos, las estereotipias pueden acabar desapareciendo conforme el niño vaya creciendo, si bien en otros casos permanecen de por vida. En cualquier caso, más allá de la posible dificultad que pueden suponer las estereotipias no son peligrosas (a menos que sean de tipo autolesivo) y en muchas ocasiones no llega a realizarse un tratamiento.

Fundamentalmente se utiliza terapia psicológica de tipo cognitivo conductual. Algunas estrategias empleadas pueden ser la de reforzamiento diferencial de otras conductas y la inversión del hábito. Se puede trabajar para intentar disminuir el potencial auto-estimulador de la estereotipia intentando que el paciente consiga estimularse de otra manera. En casos de pacientes infra-estimulados será recomendable aproximar al sujeto a un ambiente con mayor nivel de estimulación, mientras que en algunos con exceso podría ser beneficioso reducirlo.

En el caso de pacientes con movimientos de tipo autolesivo, será necesario también modificar el ambiente de tal modo que se impidan lesiones y se pueda proteger la integridad del afectado. Este tipo de alteración puede suponer un gran motivo de angustia para los padres y entorno, con lo que estos se beneficiaran de psicoeducación y de contacto con familias con niños que padecen el mismo problema. En ocasiones, también pueden llegar a emplearse fármacos, por lo general benzodiacepinas y otros fármacos que rebajan el nivel de activación fisiológica. También se suelen emplear antidepresivos.