Se suele hablar mucho de las consecuencias negativas que tiene el usar un estilo educativo autoritario o demasiado exigente con los hijos y, se dice que este tipo de niños que reciben esta educación aprender a ser tiranos. A consecuencia de haber recibido este tipo de educación pueden aparecer un tipo de padres tildados como “modernos” y con un estilo reljado y “cool” que piensan que los límites, horarios y reglas pueden traumar a los niños tomando como referencia sus propias experiencias. Y es que, generalmente, se confunde autoridad con autoritarismo. Cuando se ejerce autoridad se le dice al hijo de manera indirecta que los padres saben qué es lo mejor para él. Y antes de ejercer esta autoridad se ha creado un vínculo de confianza y un marco donde se sienta contenido, marco que no existe si somos demasiado permisivos.
Ser permisivo implica no poner límites y eso supone no ofrecerle unos márgenes en los que poder experimentar con su libertad y esto traerá consecuencias.
Entre ellas podemos enumerar:
- Riesgo de tener problemas de conducta: a causa de no haber fijado normas y límites a tiempo.
- Falta de habilidades sociales: sin la buena orientación de los padres y con demasiada libertad los niños no aprenderán las suficientes habilidades sociales para resolver los problemas por sí mismos.
- Problemas de autoestima: los niños pueden llegar a tener varios problemas en su atoestima y una gran inseguridad y baja tolerancia a la frustración.
- Falta de hábitos y rutinas : el ser permisivos trae consigo la falta de rutinas que hacen que los pequeños se transformen en niños perezosos y sin conciencia de sus responsabilidades.
- Impulsividad, inmadurez y descontrol.
- Chicos caprichosos: Cuando existe una obsesión por parte de los padres de darle a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron de pequeños. Se confunde el amor con el dar constantemente todos los caprichos a los niños. Así, los niños se acostumbran a hacer lo que quieren y pierden de vista la referencia de la autoridad.
- Falta de valores: las reglas y los límites lejos de ser negativos, son totalmente necesarios ya que es la manera de que los niños entiendan las consecuencias de sus actos, de poder inculcarles valores.
Por tanto, es imprescindible que exista un equilibrio entre la educación permisiva y la educación autoritaria marcando las normas y los límites pero con flexibilidad, cariño y respeto hacia los hijos.
El haber padecido una educación basada de una manera extrema en el autoritarismo puede hacer que seamos después demasiado permisivos cuando nos toca a nosotros actuar en el rol de padres. Pero existen otras razones que nos llevan a ser padres demasiado permisivos con nuestros hijos. Los padres cuyos hijos que ya no estaban planeados o que tienen mucha diferencia de edad con sus hermanos mayores. En ocasiones los padres ya son mayores o están cansados por el desgaste de la educación de los primeros hijos. Los padres muy ocupados: se trata de aquellos que no tienen el tiempo para desempeñarse como padres por lo que el sentimiento de culpa los agobia. A veces además de ser permisivos son compensadores. Cuando se convierten en padres siendo muy jóvenes y quieren seguir viviendo al ritmo de sus amigos solteros, dejando a los hijos bajo el cuidado de alguien más.
Al ser permisivos con los pequeños, haremos sean impulsivos e intolerantes entre otras consecuencias. Es importante como padres que enseñemos a los niños las habilidades necesarias para sociabilizarse ya que no vamos por buen camino. Es en la etapa de la niñez el momento adecuado para corregir este tipo de comportamientos, ya que cuando sean adolescentes ya su personalidad estará completamente formada y será mucho más difícil. Para ello, además de tener paciencia, tranquilidad, ser razonables y reflexivos debemos ponerles límites sin ser agresivos pero con firmeza.