Los niños en edad preescolar que reciben niveles más elevados de respaldo emocional materno parecen mostrar un aumento en el crecimiento del hipocampo, una región cerebral relacionada con la emoción, el aprendizaje y la formación de recuerdos, y cuya reducción se ha vinculado a una peor salud emocional.
Debemos entender al sostén emocional, como el sostén que permite que se construya entre el bebé y las personas encargadas de la crianza un vínculo estable de apego, que asegura la satisfacción de sus necesidades.
Este sostén emocional da la oportunidad de crear un lazo emocional íntimo. Esa estabilidad y previsibilidad en el vínculo con sus cuidadores le permiten construir una relación de apego seguro.
Los niños en edad preescolar que tiene niveles más altos de apoyo emocional de parte de sus padres tienen una salud más sana emocional durante la infancia y la adolescencia.
Podemos pensar realmente nuestra responsabilidad, entendiendo el efecto que causamos en el desarrollo del cerebro, como ambiente que circunda nuestros hijos.
Los investigadores realizaron tres escáneres de ondas cerebrales durante el estudio, que siguió a los niños hasta principios de la adolescencia. Los hijos de las madres que mostraban más conductas de respaldo tuvieron un crecimiento el doble de rápido en el volumen del hipocampo, en comparación con las que mostraban menos conductas de respaldo.
El estudio muestra que la trayectoria del crecimiento del hipocampo se ve afectada por la experiencia temprana de respaldo materno, y que ese respaldo durante el período preescolar parece esencial para el desarrollo saludable del cerebro y para un funcionamiento emocional sano. Los hallazgos del estudio sin duda son plausibles.
En la práctica clínica, sin duda observa un vínculo entre cómo los padres responden y respaldan al niño y la conducta del niño. Se sugiere que los padres “logren un equilibrio entre ofrecer respaldo y ser buenos con la disciplina”. Lo que sucede a principios de la niñez obviamente es significativo para conformar quién es uno, pero no significa que se esté condenado (si no se recibió el respaldo). Si un adulto se siente así, lo mejor que puede hacer es ir a terapia para explorarlo.
Durante la primera infancia, el niño carece de la capacidad de regular por sí mismo sus estados emocionales. El contacto, tanto físico como emocional, permite al niño establecer la calma en situaciones de necesidad. Con el tiempo va aprendiendo a regular por sí mismo las emociones, en ausencia de los cuidadores y desarrollando herramientas de regulación emocional.