Después de los nueve meses de embarazo, pasar por la experiencia de vivir el proceso de parto y tomar a tu bebé en brazos tu vida inevitablemente dará un giro en 180 grados, porque a partir de ese día nada será como antes y difícilmente se acercará a lo que tenías planeado. Y la pregunta obvia que nace después de esto es ¿cambiará para mejor o peor?
La verdad es que con el pasar de los días te darás cuenta que depende únicamente del punto de vista con que lo mires y de lo mucho o poco que te cueste adaptarte a los grandes cambios que van aconteciendo en la vida. La revolución que produce la llegada de un nuevo ser humano vulnerable y frágil al hogar es total, por lo tanto es casi imposible enumerar los desafíos que esto significa, pero está más que claro que es una espléndida oportunidad para aprender, crecer y hacernos mejores seres humanos.
Existen algunos cambios que suelen ser comunes a la mayoría de las madres:
- Descubres en tu interior una fuerza que te agarra de sorpresa y hasta te asusta por su intensidad. Te sientes como una leona, preparada para defender a tu “cachorrito” con tus propias uñas y dientes.
- Te das cuenta que puedes ir más allá de tu límite, y del límite de tu límite, y del límite del límite de tu límite… Y esto te hace sentir infinitamente exhausta y fatigada, pero a la vez infinitamente capaz (¡qué verdad tan verdadera!).
- Sientes crecer dentro de ti un amor tan fuerte, poderoso y profundo, que a veces hasta te espanta y confunde. “¿Podré querer a otro ser como a esta criaturita?”, te preguntas. Ya verás que sí (y ésa será tu gran sorpresa cuando nazca tu próximo hijo).
- Empiezas a entender, respetar y admirar a tus padres como nunca antes en la vida — “no es posible que mi mamá haya hecho todo esto”, pensarás “¡tan jovencita y sin pañales desechables!” — y crece genuinamente tu comprensión y gratitud hacia ellos.
- Por primera vez entiendes que “sacrificio” no significa sufrimiento sino: “sacro” + “oficio”, o sea, “trabajo sagrado”. Comprendes la enorme importancia del lugar que ocupas en el mundo como madre, y el gran valor de tu trabajo.
- Aumenta tu compasión por todos los niños. Poco a poco te vas haciendo madre no sólo de tus hijos, sino de todos los demás bebés del mundo. No soportas ver sufrir a un pequeño en las noticias, ni en una película de televisión y menos aún en la calle.
- En tu casa, tu vida y tu trabajo reinará un nuevo orden, o más bien, desorden. Aceptarlo es clave para tu felicidad y paz interior, o sea que date por vencida y disfrútalo.