Los padres somos responsables del ritmo y del estilo de vida de nuestra familia, todo lo que esté agendado en la vida de nuestros hijos es nuestra responsabilidad.
Es cierto que creemos que no siempre tenemos opciones para acomodar los horarios y los espacios en los que nos movemos, pero eso es una falsa creencia. Todos podemos acomodar el espacio y el tiempo que usamos en nuestro favor, pero sobre todo a favor de nuestros hijos. Es importante revisar si tenemos un balance y si existe armonía en ese espacio y en ese tiempo que ocupamos como familia: las clases extra escolares en las que anotamos a nuestros hijos, nuestros horarios de trabajo, la cantidad de ropa y de juguetes que tenemos en casa, los objetos que viven en casa pero su utilidad real, la falta de rutinas saludables…
Los niños son mas felices y florecen cuando tienen tiempo y espacio para descubrir el mundo que les rodea y tener “demasiado” es un obstáculo para que lo hagan. “Demasiado” puede traducirse en cosas, en actividades, en opciones, en información, en velocidad, puede traducirse en no tener tiempo para transitar de una actividad a otra… simplemente nos aventamos de una cosa a otra sin tener tiempo para asimilar lo hecho, lo aprendido, lo que nos gustó o no nos gustó, hagamos una pausa… analicemos… ¿tenemos demasiado?, ¿nuestros hijos tienen demasiado?, ¿Podríamos sentirnos mas felices y tranquilos con menos?
La percepción de felicidad y de tranquilidad son totalmente individuales y hasta abstractas, pero la realidad es que a todos, cuando hay algo que significa “demasiado” nos llega a rebasar y si podemos simplificar nuestra vida y la de nuestros hijos. Simplificar la rutina de nuestros hijos puede simplificarnos la vida familiar: menos actividades, menos juguetes, menos ropa, menos excesos… habrá menos sobre estimulación, menos que recoger, menos que lavar, menos en que distraerse… es simple. Menos es mas.
El ritmo de vida y nuestro sistema de creencias nos lleva a pensar que los niños “necesitan” entretenimiento y que somos los padres quienes “debemos” proporcionarlo y por eso llenamos sus día de actividades y sus hartos de cosas, pero la verdad es que darles tiempo y espacio es un gran regalo de vida para que tengan un desarrollo positivo, para que experimenten su creatividad y aprendan simplemente a relajarse (cosa que tanto trabajo nos cuesta a los adultos).
Muchos de los trastornos de conducta de la actualidad se asocian con niños que tienen demasiado encima: actividades, juguetes, tiempo frente a las pantallas, dinero que genera cierto estilo de vida no acorde para su edad. Los niños viven sobre estimulados sensorialmente, muchos de ellos exhaustos, fuera de horarios que cuiden su sano desarrollo intelectual, físico, emocional. Esto es algo para reflexionar de manera individual, sin juicios.
Para simplificar lo mas sencillo es comenzar con el ambiente familiar, es decir: en casa. Cuando depuramos los juguetes y dejamos solo aquellos que realmente les interesan, descubren de manera mutua (padres e hijos) que los niños son capaces de adentrarse en un juego mas creativo, mas imaginativo, mas libre y sobre todo mas profundo. Tener demasiadas opciones en cambio los confunde, los distrae y hasta los cansa. Los juguetes que mas entretienen a los niños son aquellos que menos los estimulan, los que no juegan solos: disfraces, muñecas, peluches, legos, autos, materiales para hacer arte. Poner canastas con almohadas y sábanas para hacer casitas, refugios, es una gran opción. Los niños pronto descubren su utilidad.
Lo mismo sucede con la ropa. Claro que los niños y niñas se ven divinos vestidos a la moda y los atuendos disponibles son lo máximo cuando los ves en la tienda, pero los niños tienen su prenda favorita, su prenda cómoda y su prenda “elegante” y eso puede ser suficiente, en cambio “demasiado” genera hasta conflictos familiares en el trance de que se ponen, como lo combinan, para que lo usan¡n, etc. (lo digo por experiencia). Depura la ropa también, hasta el placard con espacio se disfruta mas y, es mas fácil guardar o encontrar algo, o limpiar, etc.
Otro lugar para hacer ajustes es la agenda. Si, hay eventos sociales, escolares, familiares a los que somos convidados y es difícil decir que no. Pero elige, elige sabiamente que suma, donde es que tú y tu familia van a estar bien en convivencia, no siempre puedes escoger todo, pero aprende a decir que no y las cosas cambian. Si ir a algún sitio representa mucho estrés, mucho gasto, mucha distancia… esto se vuelve “demasiado”, no lo hagan.
Los niños (igual que los adultos) necesitan tiempo libre para hacer “nada” o para hacer lo que quieran… esas mañanas en las que se quedan en pijama muchas horas son necesarias, esos domingos de estar en casa sin prisa, sin la urgencia de ir a quedar bien a casa de nadie son tesoros y memorias de vida. Los niños agradecen estar en casa, en familia, en su ambiente, con sus cosas. Correr de un lugar a otro, puede resultar estresante para ellos, a veces tenemos que hacerlo sin duda, pero cuando puedo elijo no hacerlo y los niños van creciendo y van descubriendo que hay opciones para decir que si o para decir que no y que siempre es disfrutable la calma, la soledad y la simplicidad.
Simplificar también es descansar. Los niños necesitan dormir, es vital para su desarrollo. No está bien que sigan los horarios de los papás… es el descanso lo que nutre su crecimiento, su desarrollo, su creatividad. Niños y adultos necesitamos re-descubrir lo que es disfrutar el presente y lo que hay, sin expectativas de estar esperando siempre el fin de semana, las vacaciones, la fiesta, el viaje… hoy, cada día cuenta. El descanso en un regalo, no un castigo, el auto cuidado debe aprenderse desde la infancia: nutrir el cuerpo, el cerebro, el alma.
Simplificar es un trabajo en constante progreso, es casi un arte que se va perfeccionando, no algo que se hace en una tarde o en un fin de semana. Toma tiempo y emociones deshacerte de cosas materiales, cambiar de hábitos y de estilo de vida, toma constancia y compromiso desarrollar nuevos ritmos. Toma mucho entender que nuestras posesiones son solo cosas y que no nos definen, que la vida es mas fácil cuando tu mundo cabe en poco espacio pero llena un universo, cuesta bajar la velocidad cuando estás acostumbrado a ir a mil… y a sentir que siempre estás al borde del caos, pero vale la pena ir despacio, vale la pena el cambio, es más… diría que vale la alegría hacerlo.
Comienza despacio, primer cambio… no quieras simplificar tu vida en dos pasos, no es posible, ve de a poco, sin prisa pero sin pausa… imagina cómo quieres mirar a tus hijos mas felices y mas tranquilos y enfócate en ello. Los niños no van a recordar su ropa de moda, ni los viajes a Disney, o el auto lujoso de papá, o el videojuego en el que perdieron sus tardes, no lo harán tanto como una mañana en pijama en la cama con sus padres, o la lectura del cuento nocturno antes de dormir, o arreglar un jardín juntos… ¿Qué quieres que recuerden tus hijos?
Enseña a tus hijos que está bien vivir simple, que está bien que tu vida quepa en una maleta, que está bien ir a un sitio y no comprar nada, que está bien no ir a los lugares que los demás consideran de moda y que un parque o un bosque son una gran opción para visitar…, que su mejor campo de juegos está en su mente… enseña a tus hijos a no generar vínculos y apegos con las cosas si no con las personas, a estar en contacto con sus emociones, con sus propios pensamientos, estar con ellos mismos. Simplificar es encontrar el equilibrio mientras te alejas de lo que significa “demasiado”. Solo teniendo menos las personas podemos acercarnos genuinamente a lo realmente queremos y deseamos. Simplificar no tiene que ver con poseer, la abundancia no está en acumular, la abundancia está en soltar.
Fuente: http://www.mamanatural.tv/quieres-ninos-mas-felices-y-tranquilos-simplifica-su-entorno/