¿Los bebés aprenden a nadar? Ésta suele ser la pregunta más frecuente que suele escucharse cuando los papás deciden iniciar la actividad de natación con sus chiquitos. La respuesta es que, en rasgos generales, SI, aprenden.
Los niños aprenden a nadar, aunque cabe aclarar que dicho logro depende de un proceso que comienza cuando los bebés tienen pocos meses de vida y culmina aproximadamente a los 3 años de edad; ya que es en esa etapa cuando pueden conseguir la autonomía en el agua.
Aunque evolutivamente el niños esté en condiciones de hacerlo, conseguir el objetivo depende de que la propuesta sea respetuosa de los derechos del bebé nadador y de su familia. entonces, si respetamos y nos comprometemos a garantizar estos derechos, lograr autonomía en el agua se convertirá en una consecuencia del placer que el niño y su familia experimenten cuando se sientan protagonistas de una propuesta que los convoque desde el juego, el cuidado y la contención. Un planteo lúdico posibilita no sólo que el niño aprenda las maniobras básicas que tienen que ver con el aspecto técnico de la natación, como pueden ser las diferentes inmersiones, las entradas al agua, o los movimientos de desplazamiento, sino también que favorezca lo vincular, ya que un bebé compartirá con su mamá y/o papá, un momento absolutamente intimo y particular, sin nada que interfiera. Además, le ofrecerá recursos para afrontar situaciones de riesgo en pos a su supervivencia.
Desde el aspecto socioafectivo, el “pequeño nadador”, comenzará a interactuar con otros niños y sus maestros, constituyendo un primer espacio para relacionarse y sociabilizar con otros, en un marco estimulante y contenedor. Si pensamos en el desarrollo psicomotor, el agua es un medio ideal para tal efecto: desarrollando las formas básicas de movimiento y el estímulo de aquellos aspectos indispensables para el crecimiento psicomotor del niño, como el equilibrio, la fuerza, el desarrollo muscular, las nociones espaciales y sus límites.
El bebé tiene derecho a:
- Ser respetado
- Ser protegido en su salud física y mental
- No ser condicionado
- No ser entrenado
- Realizar verdadero aprendizaje
- Aprender sin padecer miedo, angustia u otras experiencias negativas
- Contar con autorización y control de su pediatra familiar
- Jugar en instalaciones higiénicas, adecuadas en su infraestructura, con temperatura constante a 32° y controles sanitarios de la pureza del agua
- Aprender a nadar jugando con placer y alegría
- Estar acompañado por la mamá o el papá
- Ser asistido a tiempo, antes que su accionar le provoque ansiedad, angustia o una desafortunada experiencia
- Recibir propuestas selectivas y oportunas acordes a su capacidad para responderlas
- Nadar siempre bajo la vigilancia adulta responsable
A su vez, los papás tienen derecho a:
- Ser respetados en su rol parental
- Jugar libremente con su hijo bajo supervisión responsable
- Ser informados acerca de la preparación de los docentes encargados del aprendizaje
- Recibir por parte del docente información, explicación, indicaciones pedagógicas y técnicas
- Conocer y practicar las normas de seguridad (en el natatorio y el resto de la instalación), para sí mismos y para los demás
- Aprender a evaluar la capacidad del niño para reaccionar ante un accidente
- Ser instruídos sobre el modo de prevenir un accidente acuático y cómo actuar si el mismo se ha producido.