Todo el mundo suele dar sus opiniones y brindar consejos sobre lactancia materna. Muchas de ellas no suelen tener fundamento alguno y, la realidad es que terminan influyendo de un modo u otro a la madre que amamanta, quien a su vez, puede sentirse presionada por estas intervenciones. Además, siempre se suman las dudas lógicas y propias de una mujer que amamanta, ya que, a diferencia de la mamadera, no podemos ver la cantidad exacta que el bebé toma.
En los primeros días de lactancia, estas dudas nos pueden llevar a tomar decisiones muchas veces equivocadas. En un momento de tanta vulnerabilidad y permeabilidad a la información como es el post parto y puerperio, los mitos que emiten las personas cercanas y el entorno pueden interferir en la autoestima y seguridad de la madre, así como entorpecer la construcción del nuevo vínculo. Todas las hembras mamíferas heredamos la capacidad de lactar. Nacemos anatomo- fisiológicamente perfectas para este fin. La incapacidad de lactar es accidental y se da muy pero muy rara vez. Nada tiene que ver con factores hereditarios, sino más bien con el contexto de cada madre al momento de amamantar. Los mitos pueden ocasionar dificultades graves en una sociedad como la nuestra en la que, por culpa de diferentes factores, la cultura de amamantar se ha ido perdiendo. Hoy, gracias a los estudios que demuestran la indiscutible superioridad de la leche materna, hay quienes estamos intentando recuperar esa sabia cultura.
Algunas de las creencias más comunes
- Hay que amamantar 10 minutos de cada pecho cada tres horas: esta creencia parece casi una prescripción de toma de antibióticos. Pero es fundamental entender que en el caso de un bebe recién nacido sano, el que regula la toma es él. O sea, se da la famosa “libre demanda”(el bebé decide cuándo y cuánto necesita comer). No hay horario fijo, sin importar si es de día o de noche, ni de duración de la toma ni de tiempo transcurrido entre toma y toma. Como precaución, por lo general, en un recién nacido, no deben pasar más de tres horas entre toma y toma. Pero esto no es para siempre: la madre y el bebé se van regulando entre ellos a medida que se afianza el vínculo. Cuanto más toma el bebé y se vacía el pecho, más leche producirá la madre.
- Cuanto más grande es el pecho, más leche produce: el tamaño del pecho depende de la grasa y no de la glándula mamaria, que es la productora de leche. Muchas veces, las intervenciones tempranas de tetinas (chupetes y mamaderas por ejemplo) y la falta de contacto entre la mamá y el bebé, son las causas más comunes por las cuales una mama no llega a amamantar. El famoso “no tiene leche’ suele generarse al tratar de establecer rutinas en un recién nacido, poner al bebé en horarios establecidos y por tiempo determinado.
- Los cólicos de los bebés se relacionan con la calidad de la leche materna: el sistema digestivo de los bebes es muy delicado por su inmadurez. Por eso la lactancia materna es tan importante. El sistema termina de madurar, en un bebe sano y nacido a término, entre los tres y los seis meses. Por eso los bebes tienen cólicos, les produce dolor y lloran. La leche materna es mucho más liviana que la de fórmula, por lo que se digiere mejor y más rápidamente. El movimiento de succión, por otra parte, ayuda a eliminar los gases y la cercanía con el cuerpo de la madre, el calor de su cuerpo y el sonido de su corazón, calman al bebé en un momento de dolor y angustia. Asíque, nada tienen que ver los cólicos con la leche de la madre, que está especialmente preparada para ese bebé en ese momento. Todo lo contrario, ayuda a mejorar el sistema digestivo para, a la larga, dar fin a los molestos cólicos. La leche materna es un alimento vivo que va modificando su composición durante la misma toma y en las distintas etapas del bebé: es superior a cualquier otra leche, incluso las de fórmulas que aún no han logrado una composición tan completa como la leche materna.
- No tener suficiente leche: cuando una madre cree que no tiene suficiente leche, lo primero que deberíamos preguntarle es por qué cree que su leche no alcanza. Muchas veces confundimos las señales que nos dan los bebés, que se comunican principalmente a través de la mirada, el tacto y el llanto. Y, si al lado tenemos esas voces que dicen que el bebé se queda con hambre, que ya es grandecito y la leche no es suficiente… dejarse influenciar es algo muy factible. La naturaleza es tan sabía que los primeros días producimos calostro, que tiene el doble de calorías que la leche, con lo cual el bebé necesita tomar menos, pero el hecho de que la cantidad sea pequeña puede hacer que parezca insuficiente. Durante los primeros días la leche no va a fluir a borbotones; irá apareciendo gradualmente. A medida que pasan los días y según la demanda del bebé, la cantidad se va regulando. Son muy pocos los casos en que realmente sucede por una razón fisiológica que la mujer no tiene suficiente leche. La mayoría de las veces, el problema es que cuando los padres creen que el bebé no está subiendo de peso, pueden decidir empezar a darle fórmula para complementar. Esto crea un círculo vicioso: cuanta más fórmula toma el bebé, menos lacta y, por lo tanto, menos leche produce la madre. Si el bebé moja entre cinco y seis pañales al día, se agarra bien del pecho y se escucha cómo traga y si el pediatra dice que está bien de peso y se está desarrollando correctamente, no hay de qué preocuparse. Pero, si realmente se comprueba que la madre no produce suficiente leche, hay que buscar las causas. Éstas suelen estar relacionadas con la frecuencia y duración de las tomas, con el buen agarre del pecho, con intervenciones tempranas de tetinas o con factores emocionales de la madre y la presión del entorno. Todas estas se pueden corregir con una consulta temprana y el apoyo emocional y la confianza que pueda adquirir la madre.
- El cansancio extremo, los disgustos o estar de mal humor pueden generar que se produzca menos leche: los disgustos de la madre pueden provocar cierta irritación en el bebé porque percibe el estado anímico de la madre. La leche no vehicula sentimientos, pero sí puede llegar a demorar un poco más su fluir. Por eso, es importante que al momento de amamantar la madre pueda relajarse, estar cómoda y tranquila. Si el entorno no ayuda, lo mejor es aislarse un rato con el bebé, escuchar música y ponerse cómoda, irse a otro ambiente.
Siempre habrá voces que sigan sembrando miedos y dudas, pero lo mejor es seguir y escuchar el instinto de madre y, frente a las dudas que surjan consultar a una especialista en lactancia o al pediatra. Comprobar que el bebé está engordando es la prueba más tranquilizadora de que su leche es perfecta para alimentar al bebé. La ayuda bien dada, el apoyo de la pareja y del círculo más cercano a la madre, son aliados indispensables en esta nueva etapa que requiere en principio, del aprendizaje mutuo de la mama, del bebé y de la pareja.