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Los niños y el mutismo selectivo

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El mutismo selectivo es un trastorno de conducta infantil que afecta a 1 de cada 140 niños en el mundo, según las publicaciones científicas más recientes.

Hasta 1970, el trastorno era descripto como una elección de los chicos para controlar a sus padres. El mutismo selectivo se da en esos niños que no pueden hablar en muchas situaciones debido a la ansiedad que les provoca hacerlo. Hoy se sabe que no eligen hacerlo, que les produce mucho sufrimiento y que trae alteraciones de conducta en la etapa adulto si no es tratado a tiempo. Son niños que hablan normalmente en su casa, o donde se sienten cómodos, y enmudecen ante lo que les produce ansiedad. Es difícil de tratar, requiere de objetivos claros, intervenciones específicas, frecuencia e intensidad, todo dentro de un abordaje individual, familiar y grupal, tanto en la escuela como en la casa.

los niños y el mutismo selectivo

El trastorno se da mayormente en niños, entre los 2 y los 5 años de edad, y se hace evidente al comenzar la escuela. Un niño que lo sufre pasa situaciones de agresiones, sufre bullying y tiene una gran inseguridad, porque no puede decir lo que quiere y siente. Evita el contacto físico, señala lo que quiere con su mano y evita la mirada. Su autoestima es muy baja y puede sufrir ataques de pánico. El mutismo selectivo no debe ser tratado sólo como un trastorno de ansiedad porque hay otras cuestiones implicadas: dificultades en la comunicación, conductas desafiantes, problemas del desarrollo. El tratamiento debe ser realizado en su ambiente natural y el enfoque debe ser multimodal: deben intervenir padres, docentes y profesionales de distintas áreas de la salud, como la psiquiatría. De acuerdo a las últimas investigaciones, cuanto más temprano se lo diagnostique, más probabilidades de éxito hay.

¿Cómo no confundir timidez con este trastorno de ansiedad? En principio, hay algo muy simple: el niño tímido termina respondiendo y empieza a hablar cuando se siente cómodo. Los niños con mutismo selectivo, no. No se conocen con certeza las causas del trastorno. A partir de las últimas publicaciones, se puede concluir que puede tener origen genético, neurológico, en la personalidad o en el entorno. Situaciones traumáticas, experiencias negativas en el colegio, pocas habilidades sociales, maltrato, padres con autoestima baja, situación de inmigración, problemas de pareja, adicciones o sobreprotección pueden ser el origen de este tipo de trastorno, según las últimas investigaciones publicadas.

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Los especialistas, sin embargo, insisten en algo importante: siempre hay tiempo para sanar. No importa cuán tarde sea, el trabajo da sus frutos. Dan una serie de recomendaciones entre las cuales se destacan no sobreproteger al niño con mutismo selectivo, no obligarlo a hablar, invertir tiempo para conocerlo, darle formación a toda la gente que lo rodea para que lo acompañe en su tratamiento, otorgarle responsabilidades domésticas, tener una rutina y realizar las tareas en un lugar seguro, donde se sienta cómodo, entre otras cosas. Las familias que deben afrontar esta experiencia coinciden en haber vivido un largo camino de frustración hasta dar con el tratamiento indicado para sus hijos. Todo ello sucede por la desinformación que hay en escuelas y centros de salud sobre esta disfuncionalidad.