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Cuando nuestro hijo no quiere ir al colegio

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Los chicos, sobre todo los más pequeños, suelen ir con ganas a la escuela. Lo más seguro es que esperen siempre ansiosos el momento del recreo para poder jugar con sus compañeros/as, pero la mayoría de los padres no tienen inconvenientes en lograr que se levanten temprano, agarren sus mochilas y partan todos los días al colegio. Puede que, promediando fin de año, quieran hacer algún “faltazo” por estar cansados de la rutina (como todos, ellos también se esfuerzan y trabajan mucho y merecen descansar), pero estas situaciones que se dan en forma aislada, no implican problema alguno. De hecho, es totalmente normal que nuestros hijos algún día quiera no ir y quedarse en casa jugando, y descansando. Si esto no sucediera, estaríamos frente a robots.

Sin embargo, puede suceder que nuestro hijo directamente no quiera ir “más” a la escuela, que suela repetirlo numerosas veces, que termine yendo obligado y forzado por los padres. En estos casos, hay que estar atentos y descubrir los motivos y las razones por las cuales ya no quiera ir. Pueden haber muchas razones como: desmotivación, aburrimiento, cansancio extremo, problemas sociales, burlas de compañeros y, la que ultimamente ha ganado, por desgracia, notoriedad en estos tiempos : ser victima del bullying. Puede que los motivos sean otros y hasta que tengan mucho que ver con el entorno familiar, por eso es importante poder, en principio detectarlos. Así es como, frente a la situación, los papás no saben cómo actuar. No saben si se trata de un capricho pasajero, de una situación grave a la cual deberían atender con urgencia o de un síntoma más de rebeldía propio de la edad. Lo cierto es que todo es posible y depende de la edad, hay que analizar todo en forma individual pero, a grandes rasgos, se puede decir que un chico puede no querer ir al colegio porque se aburre, porque no se siente a gusto con el colegio o porque tiene dificultades vinculares en su familia y no quiere despegarse de su mamá.

cuando nuestro hijo no quiere ir al colegio

Hay muchos chicos que quieren dejar simplemente porque no les gusta el colegio, o sienten el peso del esfuerzo y las actividades que demandan responsabilidad. Abandonar el colegio puede ser algo atractivo para un chico que vive el futuro como algo inmediato y tiene dificultad para sostener el esfuerzo y postergar hacer aquello que quiere. En estos casos, la clave está en la pauta parental que sostiene o facilita este tipo de conductas y refleja, asimismo, negligencia o abandono en relación al cuidado del chico que no está en condiciones de tomar por sí mismo una decisión que puede influenciar el resto de su vida. Y, también están quienes desarrollan fobia escolar.Se resisten a ir al colegio, lloran, se angustian, expresan que ir a la escuela les produce sufrimiento y se niegan categóricamente a ir.
Existe actualmente cierto consenso acerca de que la fobia escolar no es una fobia en sí misma, sino la expresión de algunas problemáticas psicopatológicas que desde lo comportamental toman la forma de rechazo a ir a la escuela. Los chicos que sufren trastornos de ansiedad, que padecen patologías de espectro autista, depresión y otros que sufren hostigamiento dentro de la escuela pueden, por diversos motivos, rechazar el ir a la institución. Cualquiera sea el motivo, propone pensar en todas las situaciones posibles donde el chico se mueve, pero sin engancharse directa o fácilmente con uno solo. Se pueden encadenar varias cosas. Pensar en un motivo excluyente para los adultos es el camino más fácil y, en general, con los chicos no suele ser así .Hay que pensar en todos los escenarios posibles y, a partir de ahí, detenerse. Por supuesto, hay que mantener la exigencia de que el chico siga yendo al colegio, aunque no quiera. Nosotros muchas veces vamos al trabajo sin ganas. Eso forma parte de la vida.No hay que buscar una causa única y atarse a ella. Lo mejor es poder plantear la situación con otros para que, entre todos, podamos pensar: el colegio, la terapia individual, la familia. El sostén de la actividad escolar exige esfuerzo y dedicación por parte de los chicos, así como también apoyo y seguimiento por parte de los padres. Padres que desvalorizan la asistencia a clases tienen hijos que, por imitación y aprendizaje incidental, la desvalorizan a su vez. Revisar nuestros dichos y acciones relativas a la comunicación con la institución escolar, nuestros comentarios en la mesa, nuestras opiniones acerca de lo que significa y vale la educación formal puede ayudar a comprender mejor el planteo de un chico.
Los padres son los primeros y últimos responsables de la asistencia de los chicos al colegio. Cuando esta responsabilidad disminuye o se posterga, el abandono del aula es más fácil de conseguir y sostener. En este sentido, trabajar como padres para que los chicos cumplan responsablemente con la asistencia a clases es una tarea diaria.Y, en caso de que el conflicto ya esté planteado, la recomendación es reunirse y entrevistarse con los docentes y autoridades escolares, además de averiguar también con otros padres qué les pasa a los compañeros de tu hijo. Y si es un tema que amerite, es recomendable acudir a terapia. Pero el primer paso es mirar. Los chicos no siempre expresan en forma verbal lo que les pasa, por eso hay que saber mirar para entender qué está sucediendo alrededor y es seguro que algún indicador aparecerá.
Los chicos que tienen alguna patología del desarrollo que facilita el deseo de no ir a clase suelen presentar dolores de cabeza o de panza y los padres muchas veces son llamados de manera reiterada por el colegio para que retiren a su hijo que no se siente bien. Cefaleas y dolor abdominal son los síntomas más frecuentes. Por supuesto, cambiar al chico de colegio muchas veces es una chance, pero nunca debería ser la primera ni la única posibilidad. Aun pensando en la peor de las hipótesis, que es que el chico cayó en un grupo complicado, la solución más fácil es sacarlo y ponerlo en otro colegio. Ahora, ¿la vida es eso o es tratar de solucionar las dificultades y afrontar lo que nos toca? La verdad es que antes hay que ver qué está pasando, porque si no vamos a generar un chico que cada vez que se encuentre con una dificultad va a terminar huyendo en lugar de aprender a superar y a luchar y esto a la larga genera una poca o nula tolerancia a la frustración. Lo importante es no desesperarse y preocuparse sino ocuparse y, sobre todo, predicar con el ejemplo.