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Cómo combinar la lactancia materna y los anticonceptivos

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Volver a retomar las relaciones sexuales durante el período de amamantamiento provoca en las madres muchos dudas en cuanto a los riesgos de quedar embarazada. La lactancia materna presenta una innumerable cantidad de beneficios, no sólo para el lactante, sino también para la madre, dado que brinda una excelente fuente de nutrición, provee inmunización pasiva contra varias enfermedades infecciosas, reduce la exposición a contaminantes de los utensilios utilizados para su alimentación, etc; además de reducir el sangrado posparto (en caso de parto normal vaginal) y fortalecer el vínculo de unión y comunicación con la madre.

Pero el reinicio de las relaciones sexuales durante el período de la lactancia genera en las madres muchos dudas con respecto a los riesgos de quedar embarazada. Esta situación es de suma importancia puesto que los estudios confirman que un intervalo intergenésico (intervalo entre nacimientos) mayor de dos años se asocia con un mejor estado de salud tanto de la madre como del niño Si bien desarrollando una lactancia exclusiva con ciertos requerimientos (6 a 10 veces al día, al menos una vez durante la noche) durante los primeros 6 meses de puerperio se logra una anticoncepción aceptable, generalmente se recomienda otras opciones que brindan mayor seguridad anticonceptiva.

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Existen varias alternativas que el médico les puede brindar a las madres para que puedan cuidarse y amamantar. Estas opciones incluyen los dispositivos intrauterinos (DIU), los métodos de barrera (preservativo y diafragma), los métodos químicos (espermicidas en forma de cremas, óvulos o esponjas) y los métodos hormonales. Esta ultima alternativa es preferida por muchas mujeres que están acostumbradas a cuidarse con anticonceptivos orales combinados (son los compuestos por estrógenos y progesterona).Para estos casos existe una opción no conocida por todas las mujeres que es la utilización de píldoras de solo progesterona (PSP). Estas contienen generalmente levonorgestrel, en dosis entre 3 y 5 veces menores que las píldoras tradicionales y además no contienen estrógenos. La característica principal de estos fármacos es que no modifican la calidad, ni la cantidad de la leche materna, y por consiguiente no afectan el normal crecimiento del lactante, brindando seguridad anticonceptiva y otorgando tranquilidad a la madre con respecto a la alimentación de su bebé. La toma diaria y continua de una gragea de estos anticonceptivos previene el embarazo fundamentalmente modificando el moco cervical, lo cuál produce un verdadero tapón mucoso que impide la migración y el ascenso espermático al interior de la cavidad uterina. Además, este anticonceptivo tiene un alto grado de seguridad si se toma correctamente y en algunas mujeres hasta llega a inhibir la ovulación. Otra ventaja es que debido a su escaso contenido hormonal tienen una buena tolerancia con pocos efectos adversos. Debe ser tomado diariamente sin interrupción, se recomienda a la misma hora con un poco de líquido, si es necesario. En ningún caso se debe exceder en más de 3 horas este intervalo. El comienzo de la toma se debe hacer en la sexta semana después del parto, si se está amamantando.

Para aquellas mujeres que prefieran un método intrauterino y desean una máxima seguridad, existe en el mercado el endoceptivo. Este método consta de un dispositivo en forma de T que libera en forma constante dosis muy bajas de la misma hormona de las minipíldoras (levonorgestrel). Brinda protección anticonceptiva durante 5 años y es un método reversible, es decir, que con sólo extraerlo del útero, la mujer restablece inmediatamente su fertilidad. Por otra parte, presenta otros beneficios adicionales como ser la reducción del volumen de sangrado menstrual. Los métodos hormonales, si bien son muy seguros y tolerados, son medicamentos de venta bajo receta, y deben ser indicados por un profesional de la salud.