Poder dibujar y estimular a los chicos para que realicen dibujos es importante para el desarrollo intelectual. A través de los grafismos, los pequeños/as muestran sus deseos, sus sentimientos, sus preocupaciones y se va reflejando el proceso evolutivo y el carácter y personalidad que cada uno tiene. Reproducen sus imágenes internas y lo que van descubriendo a su alrededor, en el mundo exterior y en su propio mundo interno.
18 a 24 meses
Esta es la primera etapa, en la cual se desarrollan los primeros trazos. Desde el momento en que el chiquito descubre que un lápiz o crayón deja una marca sobre un papel, comienza a hacer “garabatos” dónde, cómo y cuándo puede. Estos primeros trazos se realizan en forma desordenada y descontrolada. El chiquito toma el lápiz con todos sus dedos y suele recorrer el papel en todas las direcciones. Los movimientos que realizan son son amplios y expansivos, siguen la curva del cuerpo y guardan relación con el tamaño del chico. Todavía no tiene intención de reproducir nada y el garabato sólo significa la imágen de un estado interno. Esta primera etapa ha recibido el nombre de garabato descontrolado.El lápiz es sentido como una prolongación de sí mismo, y el papel representa el espacio en el que el chico se mueve. El placer reside en el movimiento, (en el registro de la actividad kinestésica, explorar, sentir y vencer una resistencia). Se lleva a cabo como un acto furtivo, una descarga inmediata, y sólo por el interés del adulto adquiere carácter permanente. La experiencia gráfica se convierte en un medio de comunicación, a partir de que el adulto participa, entra en el juego, y alienta al dialogo por el dibujo.
2 y 3 años
Sin que la primera etapa del garabato desaparezca totalmente, en forma paulatina el niño aprende a frenar el lápiz, interrumpiendo el trazado. El garabato se vuelve más diferenciado y controlado. Empiezan a aparecer esbozos de formas, primero el círculo, luego los ángulos. A esta altura el chico ha palpado, visto y saboreado muchas cosas. Tiene mayor conciencia del mundo que lo rodea y su repercusión en sí mismo. Ya puede coordinar la vista y el movimiento. Al placer kinestésico se le suma el goce del dominio visual de las líneas. Comienza a descubrir relaciones entre los movimientos y los trazos, el grafismo y los objetos. Dibuja con una intención, pero sin idea del aspecto que tendrá el dibujo cuando esté terminado. Cuando descubre relaciones entre los trazos y algún objeto, comienza a dar nombre a sus dibujos, lo cuál significa un cambio del pensamiento kinestésico al imaginativo.Hay un realismo fortuito, es decir, una coincidencia casual del dibujo con la realidad. El nombre se otorga con posterioridad, por eso la misma forma imprecisa puede representar a mamá, y al instante, a una casa. La primera figura reconocible es la humana, que empieza con el dibujo del renacuajo, y se va perfeccionando paso a paso. Alrededor de los tres años, ya se ven los primeros monigotes con cabeza y tronco diferenciados.
4 y 6 años
Alrededor de los 4 años, los dibujos se tornan más controlados, distinguibles y reconocibles, y se refieren a cosas que lo rodean. Aparecen personas, animales y casas. Estas formas corresponden a la interpretación familiar de las cosas, pero no a la percepción.Hay un esfuerzo intencional de imitación, pero no de los objetos sino de la representación mental que tienen de estos. Es decir, dibuja a los objetos como los ve, pero en su imaginación.Como todavía no se ha desarrollado la capacidad de síntesis, ni la coordinación entre las partes y el todo, aún no establecen relaciones entre los objetos. Dibujan en forma desordenada, de acuerdo al significado afectivo, enumerando y yuxtaponiendo elementos El espacio es sólo algo que está alrededor. Por eso las casas vuelan, y los hombres a su lado, parecen gigantes.