Cuando cumplen los 24 meses (a veces un tiempo antes, sobre todo cuando existen hermanos mayores, o algo después de cumplir los 2 años), los chiquitos/as empiezan a desarrollar su sentimiento moral. Esto significa que el niño/a se sentirá culpable cuando hace algo mal y en vez de ocultárlo, necesitará que nos fijemos en él/ella y lo apoyemos. Cuando el chico es educado en un ámbito de disciplina y no de castigo irá incorporando su esquema de autodisciplina, y tendrá menos motivos para entrar en conflicto con los papás y con el resto de los adultos.
La disciplina es una de las bases para que desarrolle buenos sentimientos, buenos principios y para que logre una mayor confianza en sí mismo. A través de la disciplina ayudamos a nuestro hijo a descubrir la importancia de pensar las cosas antes de hacerlas. La política de castigar puede llevar a suprimir la mala conducta pero mantiene el conflicto sin resolver. Además aprenderá que es necesario portarse mal para llamar tu atención.
Los chicos muy desobedientes, por lo general no tienen 100% de culpa. Es importante, como padres, hacer una autocrítica y analizar si estamos sabiendo y pudiendo marcarle los límites de la manera correcta. Si, por ejemplo, el chiquito nos pide golosinas y nosotros se las negamos varias veces pero, en la última instancia, terminamos accediendo, y nos damos como “por vencidos”, lo único que se está logrando es confundirlo. Es muy importante y casi una regla fundamental el hecho de nunca terminar cediendo por agotamiento o cansancio.
Las penitencias sólo tienen efecto si nuestro hijo se siente querido porque sufrirá la pérdida de nuestra aprobación. Una penitencia adecuada para la edad del chiquito sería mandarlo a un lugar dónde no pueda jugar durante sólo un par de minutos. El tema de las amenazas suelen ser arma de doble filo porque le ofrecen a tu hijo la alternativa de desobedecer siempre que esté dispuesto a aceptar las consecuencias. La opción pasa a ser: “someterse y obedecer” o “ser independiente y desobedecer”. Teniendo en cuenta lo impulsivo que suele ser un chiquito a esta edad, la mayoría de las veces, optará por la desobediencia. Lo mejor entonces será darle la sensación de que sólo hay un modo correcto de hacer las cosas. Sin embargo, si sos de las mamás que creén que las advertencias son esenciales en la educación de tu hijo, no te olvides que sólo podrán ser eficaces cuando son razonables y se cumplen. Los chantajes lograrán que nuestro hijo se sienta cada vez menos querido y, los problemas de conducta, lejos de solucionarse, podrían agravarse.
Las palizas nunca son buenas. Sólo en los casos en que ninguna otra opción dio resultados, sólo dar un pequeño chirlo en forma controlada y en el momento oportuno, no le provocará ningún daño psicológico. Sin embargo, es importante no hacerlas costumbre, ya que el castigo físico fomenta la violencia. Y además, el buen comportamiento que se logra a partir de una paliza es temporario y se debe al miedo que le provoca el dolor.
Otras características de los 2 años
Tu hijo ha pasado la mayor parte del año pasado desarrollando sus habilidades motoras como caminar, correr, treparse y alcanzar objetos. A partir de ahora comienza un etapa en la que se verán muchos cambios en su pensamiento. Alrededor de esta época empezará a formar imágenes en su mente, a organizar categorías y poner las cosas en orden. Su memoria también está mejorando y algunos niños a esta edad ya conocen los colores básicos. Algunos pueden incluso contar hasta cinco.
Puede que puedas mantener una conversación de dos o tres frases con tu hijo. Está aprendiendo nuevas palabras, se está haciendo una idea de la gramática y cada vez describe mejor sus necesidades, deseos e ideas. A medida que su noción de ser una persona indepediente crece, hablará acerca de sí mismo, de lo que está haciendo, de lo que le gusta y de lo que no le gusta. Estas visiones pueden llevar a confrontaciones si no te das cuenta de sus sentimientos: intenta animar a tu hijo a que coopere con vos.
Es buena idea comprobar este año cómo están sus dientes haciendo una visita al dentista. Esto no sólo ayudará a tu hijo a acostumbrarse a cuidar de sus dientes antes de que necesite tratamiento, sino que es una buena oportunidad para obtener consejos sobre el cepillado de sus dientes y la dieta.
Los 3 años: una nueva etapa
Los niños a los 3 años se miran, tocan y buscan, son tremendamente curiosos. Los niños fantasean ya través de sus fantasías, buscan explicaciones de la vida real.
En relación a los sentimientos existen 2 tipos:
- Uno es el del propio poder donde el niño siente deseos de poseer objetos y personas. Adquiere un saber afectivo, de lo que puede y no puede hacer y también de su valor personal a través de la relación que establece con los demás, en el experimentar la aprobación, la admiración y el castigo.
- El otro tipo de sentimiento es el de inferioridad, el niño es muy sensible a las reacciones que tienen los adultos, se puede sentir muy orgulloso o muy avergonzado si lo retan, en esta etapa está consiente de que debe hacer muchas cosas que no entiende, que es dependiente de los mayores.Los sentimientos son más duraderos y diferenciados y se centran en las relaciones familiares. Quieren mucho a los padres y les expresan su afecto con exageraciones, tienen celos y envidia de sus hermanos y se alegran cuando son castigados.
La formación del YO : el niño se convierte en objeto de vivencias, se vuelve consciente de sí en su encuentro con el mundo y en su actividad en él. Aun el niño en esta edad no tiene conciencia de identidad y de simplicidad no reflexiona sobre su yo. El niño experimenta frente a las cosas su propio poder y su impotencia, por este medio encuentra paulatinamente el camino para llegar a su yo.
El YO – SOCIAL se desarrolla con otras personas y es portadora de sentimientos de simpatía y antipatía.
El YO – ACTIVO se desarrolla a partir de la relación con los objetos y se verifica en forma de juego, por tal razón el yo lúdico es la forma más importante del yo activo en esta etapa. Cuando describen a las personas que conocen, las caracterizan sobre la base de rasgos externos tales como los atributos corporales, sus bienes o su familia y, más raramente sobre la base de sus rasgos psicológicos o disposiciones personales. Sus inferencias acerca de los sentimientos, pensamientos, intenciones o rasgos personales de otros tienen aún un carácter global, poco preciso y poco afinado.
En lo concerniente a disciplina obediencia se da la etapa de Piaget llamada “del egocentrismo”, que se refiere a una actitud cambiante en relación a las reglas que rigen el comportamiento. Las reglas cambian de acuerdo a las necesidades, deseos, intereses del niño. El niño imita a los adultos, pero sin conciencia, reproduce los movimientos, las conductas, ideas de otros, pero sin darse cuenta de lo que hace.
El niño confunde el “yo” y el “no yo”, no distingue entre el otro y la actividad de sí mismo. El niño puede tomar dos actitudes una es “conformista”, es decir, reglas impuestas por los adultos actúa como si fuesen voluntad de él mismo, aún cuando sea voluntad de otro. El niño se conforma con lo que le dicen los adultos porque ellos son los que ponen las reglas. Otra actitud es la “inconformista”, es decir, resiste a la voluntad del otro. En lo referente a autoestima, se puede decir que los niños de esta edad tienen que enriquecer la primera imagen de sí mismo con características y atributos que sirvan para definirse a uno mismo como persona con entidad y características propias diferenciadas de los demás. En lo que concierne a identificación sexual para los niños es masculino aquello que presenta determinados rasgos externos masculinos y es femenino lo que presenta los rasgos correspondientes femeninos.
Desbordantes de imaginación, los niños atraviesan una época en la que hacen preguntas constantes, durante todo el día. En ocasiones, tendrás la impresión de no saber siempre qué decir. Sus preguntas nunca dejarán de sorprenderte. Tu niño te preguntará un gran número de dudas sobre todo, cualquier cosa: vida diaria, actualidad, sexualidad,… el niño oye muchas cosas alrededor de él y querrá comprenderlas todas. ¿Es posible responder a todas sus preguntas de manera adecuada? ¿Qué esconde tantos “por qué”? ¿Debemos tener respuesta para todo?¿Todas estas preguntas son “normales”? ¿Hay una edad concreta para esta fase? Parece existir en los niños un período de “por qué” que comienza hacia los 3 años. Esta fase marca el principio de la vida social: el niño deja poco a poco la protección de su madre y se vuelve hacia el mundo, que poco a poco irá descubriendo. Y es por ello que comenzará a plantearse muchas preguntas. Este período muestra que el niño interactúa con su medio ambiente, con su entorno, lo que es muy positivo.
A veces, ciertos padres no saben cómo reaccionar o están sobrepasados por los temas abordados por sus niños. Y es que a menudo estas preguntas son imprevisibles. En función de su edad, debemos decirles las cosas de una forma simple o de manera más profunda. Para un niño muy pequeño, no es necesario responder demasiado en detalle ya que aún no está del todo listo para escuchar una explicación profunda o espera, simplemente, una respuesta simple y clara. No intentes tampoco explicárselo todo. Espera a que te lo pregunte espontáneamente. Esto responderá a su propia petición y no a la tuya.
Igualmente, tampoco hay ninguna necesidad de ser demasiado preciso sobre la pregunta de las relaciones sexuales si tu hijo de 3 años te pide cómo se hacen los bebés. Puedes responderle simplemente que se ha creado en el vientre de su mamá. Más adelante le podrás explicar que los espermatozoides de papá encontraron el óvulo de mamá. Pero todo a su debido tiempo. Cuidado, sin embargo, en responder de manera demasiado evasiva a las preguntas importantes sobre la sexualidad, las enfermedades graves, etc. Esto puede angustiar al niño más que otra cosa. Trata de ser espontáneo y sincero en las respuestas. Así estableceréis un lazo de confianza entre ambos.
Con sus preguntas, el niño también os está poniendo un poco a prueba: intenta saber si sois tan infalibles y poderosos como os imagina. Es importante no culpabilizaros si no sabéis responder. En cambio, aprende a orientarlo hacia otras personas o documéntate sobre el tema. Esto le mostrará que concedes importancia a sus preguntas y que la curiosidad no es un feo defecto. No dudes en felicitarlo por su genio e imaginación: esto será beneficioso para el futuro.