En el cerebro, las neuronas se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos. La epilepsia es un trastorno de la transmisión de los impulsos nerviosos. Las convulsiones producen descargas desorganizadas de los impulsos eléctricos en las neuronas.
Cuando una mujer que padece epilepsia queda embarazada, su embarazo no suele considerarse “de riesgo” y la realidad es que pueden surgir complicaciones obstétricas más allá de las malformaciones congénitas por el tratamiento con fármacos que reciben quienes padecen de esta enfermedad. La mayoría de los estudios publicados sólo hacen hincapié sobre los efectos de los medicamentos anticonvulsivantes durante la gestación y las malformaciones congénitas fetales que podrían aparecer.
Aunque su aumento para las diferentes complicaciones obstétricas no es alto, es significativo. Es recomendable que se esté alerta para poder detectar precozmente los trastornos hipertensivos del embarazo y los problemas de crecimiento del bebe. La mayoría de las mujeres epilépticas que están bien evaluadas, tratadas y controladas desarrollan un embarazo satisfactorio.
Además de de poseer ciertas restricciones en el crecimientos fetal, padecer epilepsia incrementa en un 60% el riesgo de aborto espontáneo, un 59% el riesgo de tener una hemorragia pre o posparto, cesárea, parto prematuro o la hipertensión gestacional y un 62% las chances de tener que inducir el parto, respecto de las embarazadas que no padecen esta patología. No influye en el hecho de que la embarazada desarrolle diabetes gestacional o que el bebe necesite cuidados intensivos, ni en la mortalidad fetal o neonatal.
Lo ideal, es que la enfermedad esté en remisión antes de la gestación. Uno de los factores de riesgo es haber tenido convulsiones previas al embarazo. Las mujeres con epilepsia deben realizar sus controles prenatales y llevar adelante el parto con profesionales y centros familiarizados en embarazos de alto riesgo, para de esta manera, tener un embarazo sin sobresaltos y poder dar a luz sin inconvenientes.