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Falsas creencias sobre la Lactancia Materna

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Del 1 al 7 de agosto se celebra en más de 120 países, entre ellos la Argentina, la Semana de la Lactancia Materna. Está destinada a mejorar la salud de los bebés de todo el mundo, optimizar su desarrollo y mejorar los vínculos familiares. Para que madres y bebés puedan disfrutar de este lazo de profundo amor que es la nutrición en las primeras etapas de la vida, hay que eliminar falsas creencias y transmitir los múltiples beneficios que trae el amamantar a nuestro bebé : a libre demanda, con libertad y confianza.

En 1992, en la Conferencia Internacional de Nutrición, se definió que una de las mejores estrategias para combatir el hambre y la desnutrición mundial era la lactancia materna. Se trata no solo de la manera más saludable, natural y recomendable para el comienzo de la vida de todo ser humano. El bebé necesita que su paso de la vida intrauterina a la extrauterina sea gradual, y la lactancia materna es la transición ideal.

Aproximadamente un millón de niños y niñas mueren al año a causa de diversas enfermedades como la diarrea e infecciones respiratorias por no ser adecuadamente amamantados; y un número más elevado aún contraen enfermedades que no adquirirían de haber sido alimentados con leche materna. Organismos como UNICEF y la OMS recomiendan que todos los niños reciban lactancia exclusiva (solo leche de su madre) a partir del nacimiento y hasta los primeros seis meses de vida y continuar con ella hasta los dos años o más junto con la alimentación complementaria oportuna acorde a su edad. Para esto, tanto las mujeres como los bebés, precisan del apoyo de todo el entorno (pareja, familia, trabajo, estado, etc).
Se estima que aproximadamente el 38% de los lactantes de 0 a 6 meses se alimenta exclusivamente con leche materna, y son pocos los niños que reciben alimentación complementaria segura y adecuada desde el punto de vista nutricional. En muchos países, sólo un tercio de los niños de 6 a 23 meses que son alimentados con leche materna cumplen los criterios de diversidad de la dieta y frecuencia de las comidas apropiados para su edad. Cada año, se podría salvar la vida de unos 800.000 menores de 5 años si la lactancia materna de todos los menores de 23 meses fuera óptima.

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El Ministerio de Salud de nuestro país adhiere a las recomendaciones de los organismos internacionales. El porcentaje de niños que recibe lactancia materna disminuye con la edad: la mitad de los niños de un año (54,9%) y la cuarta parte de los niños de dos años (28%) son amamantados. Con respecto a la alimentación complementaria, un 70% de los niños había incorporado alimentos antes de los 6 meses de edad, e incluso la cuarta parte (25%) lo había hecho antes del 4° mes de vida. Desmentir ciertas creencias erróneas acerca de este tema es fundamental para que las madres se encuentren más seguras y contenidas, con menos dudas a la hora de dar amor y alimento a sus bebés.

Falsas creencias que deben erradicarse:

  • Las mujeres con pechos pequeños no pueden amamantar o tienen menos leche. El tamaño de los pechos no influye en tu lactancia. Todas las mujeres producen leche de buena calidad y en cantidad suficiente porque la lactancia es un proceso regido por la ley de la oferta y la demanda: cuanto más se de el pecho al bebé, más leche se producirá.
  • Si la mamá está enferma, no debe amamantar y si lo sigue haciendo no puede tomar ninguna medicación. Si la mujer tiene gripe, tos, está resfriada o tiene alguna enfermedad leve puede seguir amamantando (en tal caso, antes de tocar al bebé conviene lavarse las manos y, si es necesario, cubrirse nariz y boca con un barbijo o un pañuelo). Si se trata de una enfermedad más grave, antes de tomar cualquier medicación deberá consultar al médico. Si el medicamento o terapia que debe tomar es incompatible con la lactancia y no hay ninguna otra alternativa, se puede mantener la producción de leche haciéndose una extracción manual o con sacaleche mientras dura el tratamiento para después retomar la lactancia.
  • Tener los pezones planos o invertidos va a hacer casi imposible la lactancia. Si bien al principio puede ser más difícil el enganche, existen dispositivos diseñados especialmente para sacar hacia afuera los pezones invertidos o temporalmente aplanados. En muchos casos, los pezones invertidos sobresaldrán más a medida que el bebé comience a acoplarse y pase el tiempo. La succión ayuda. Si el problema persiste, se puede buscar ayuda de un experto.
  • Para tener más leche, hay que tomar mucha leche. Es conveniente que la mujer siga una dieta balanceada, pero no hay alimentos que aumenten o disminuyan la producción de leche. Esta se regula en función del vaciado del pecho, no de los alimentos que se ingieran. Es importante además que la madre reciba un buen aporte de agua para compensar el volumen de la misma que el organismo utiliza para la producción de la leche.
  • Hay que espaciar al menos 3 horas cada toma para darle tiempo al pecho a que “se recargue”. El cuerpo de una madre lactante siempre está produciendo leche. Sus senos funcionan, en parte, como “depósitos de reserva”, algunos con mayor capacidad que otros. Cuanto más vacío esté el pecho, más rápido trabajará el cuerpo para reabastecerlo. Cuanto más lleno esté, más lenta será la producción de leche. Si una madre espera sistemáticamente a que se le “llenen” los pechos antes de amamantar, su cuerpo puede recibir el mensaje de que está produciendo demasiada leche y, por tanto, reducir la producción.
  • Siempre hay que darle al bebé ambos pechos en cada toma. Es mucho más importante dejar que el niño termine de tomar del primer lado antes de ofrecer el segundo, aunque esto signifique que rechace el segundo pecho. La última leche (que contiene más calorías) se obtiene gradualmente a medida que se va vaciando el pecho y algunos niños, si se les cambia de lado de forma prematura, se llenarán de la leche primera, más baja en calorías, en vez de obtener el equilibrio natural entre la primera y la segunda. Como resultado, el bebé no quedará safisfecho y podría no ganar peso en forma adecuada. Durante las primeras semanas, sí conviene ofrecer ambos pechos en cada toma para ayudar a establecer el suministro de leche.

Verdades

  1. A los bebés hay que darles el pecho a libre demanda. Esto es importante, sobre todo en los recién nacidos. Según la Liga de la Leche, la cantidad de leche que produce una madre llega a su punto óptimo cuando se amamanta al niño tantas veces como lo necesite.
  2. Cuando no se puede amamantar, las fórmulas infantiles son la mejor alternativa a la leche de pecho. Si bien por sus beneficios nutricionales, inmunológicos y para el desarrollo infantil, nada puede superar a las cualidades protectoras de la leche materna, en los casos en los que la lactancia materna no es posible o por algún motivo resulta insuficiente, lo ideal es suplantarla o suplementarla con las llamadas fórmulas infantiles, que contienen las vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales, nucleótidos, probióticos y prebióticos adecuados para el crecimiento y desarrollo del bebé. Además, están diseñadas para cada etapa y niño en particular.
  3. La lactancia favorece el desarrollo del bebé en todos sus aspectos. Favorece el desarrollo de todos los sistemas del bebé, el estímulo intelectual y sensorial; satisface sus necesidades básicas de calor, amor y nutrientes; mejora el crecimiento de la arcada dentaria. Además, es más fácil de digerir.
  4. La lactancia materna disminuye el riesgo de enfermedades. Y en caso de contraerlas los episodios serán más leves y su duración más corta. También disminuye el riego de muerte súbita o muerte en cuna y bradicardia.