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Como mantener el respeto entre los papás y los hijos

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El respeto entre padres e hijos es algo fundamental para lograr un vínculo sólido, un relación saludable y un sentimiento muy lindo capaz de crecer con el paso del tiempo. Sin embargo, el camino puede resultar menos fácil de lo que creíamos, y en el momento en que nuestro hijo/a nos falta el respeto, muchas veces respondemos o actuamos de mala manera. Ante una situación de falta de respeto, lo mejor que podemos hacer es enseñar. Por supuesto que cuesta mucho no reaccionar de forma negativa, pero lograremos mucho más si nos controlamos y enseñamos en lugar de dar gritos o imponer y castigos.

Ningún padre o madre nace sabiendo. Se a prender a ser padre o madre en forma conjunta con nuestros hijos, desde el mismo momento en el cual ellos nacen. Su crecimiento nos llena de desafíos, dudas y situaciones que debemos ir aprendiendo día tras día. Lo importante es que como adultos logremos prepararnos adecuadamente para todas aquellas situaciones en las que podríamos necesitar enseñarle respeto a nuestro hijo/a sin perturbar o afectar nuestra paz interior y sin recurrir al malhumor.

Cuando un adulto se encuentra ante una situación de irrespeto por parte de su(s) hijo(s), generalmente hará dos cosas:

  1. Callar y quedarse paralizado. (estado de shock)
  2. Reaccionar de forma negativa. (impulsividad). En este caso, se magnifica la situación al actuar de forma exagerada, a través de demostraciones violentas, gritos y finalmente, imponiendo castigos al niño.

Muchas veces se comete el error de imponer y exigir respeto cuando quizás es algo que no se ha logrado sembrar clara y asertivamente en la relación entre padres e hijos. Por ello, el paso más importante es comenzar a respetar al niño, prestarle atención y entenderlo en las situaciones por las que está pasando según su edad y necesidades. El contraste de opiniones y percepciones ayuda a ambos a enfrentar mejor la situación entre ambos y salir adelante.

El diálogo es la clave para una buena relación

El respeto es sin duda uno de los valores más importante que debemos enseñarles a tus hijos, ya que se trata de un valor que es recíproco: se da con la intención de ser recibido. No se trata de pensar que si le das respeto a tu hijo, lo estás elevando por encima de nosotros, sino que se trata de acercarse a él o ella y de buscar comprender lo que piensa o lo que siente. El diálogo influye notoriamente. Necesitamos buscar un momento oportuno, sentarnos juntos y en tranquilidad para poder conversar. Hay que intentar que esto se desarrolle en un espacio y tiempo en el cual ambos se sientan lo más cómodos posible. Pero por encima de todo, lo importante es tener una actitud positiva en la cual se busque comprenderse el uno al otro y buscar soluciones.

Debemos responder con paciencia a las inquietudes de nuestro hijo/a. Esta será siempre la mejor forma de lograr que se sienta respetado y encuentre un buen modelo en nosotros de respeto. ¿Quién mejor que los padres para enseñar a sus hijos acerca de esto? ¿Quién sabe si incluso ambos terminan creciendo más de lo que pudiesen imaginar?

Otra de las cosas que debemos hacer como padres es aprender a marcar la diferencia a través de normas. En este aspecto, lo más importante es que nosotros mismos seamos los primeros en respetar dichas reglas, asumirlas y enseñar a los chicos a seguirlas también sin que esto te altere.

Consejos para marcar la diferencia de una forma positiva:

  1. Seguir y respetar vos mismo tis propias normas
  2. Sé coherente, ya que es importante para que el niño no se sienta desorientado cuando le indicás las cosas. De lo contrario, no te tomarán en serio.
  3. Establecé los límites claramente y explica el por qué. Debés entender que a los niños les encanta poner a prueba los límites, es su manera de experimentar. No se trata de una ofensa personal dirigida hacia uno/a. Por eso, al establecer límites claros y explicarlos, el niño podrá perder el interés por explorar aquello, y en consecuencia se evitará el conflicto.
  4. Reconocé cuando tus hijos hacen las cosas bien. Esto es importante para dejar una huella positiva en ellos y hacer que continúen interesados en actuar correctamente.

Algunas veces es muy difícil negar alguna cosa que los niños pidan, porque se piensa que así estamos procurando su bienestar. La realidad es que aunque queremos verlos felices, es mejor cumplir con el rol que nos corresponde y aprender a decir que no en los momentos que sea necesario. No dbemos tener miedo a sus reacciones de molestia, llanto o frustración. Ante estas reacciones, hay que mantenerse firme sin caer en el autoritarismo. Una cosa es enseñarles disciplina y respeto, y otra es imponerles por la fuerza las cosas y maltratarlos. Cuando se es responsable y se les pone límites al niño, recibe el mensaje más importante de todos: que lo amamos y que nos interesa lo que le sucede, que somos capaces de saber que necesidades y deseos debemos atender. El respeto es un valor, sí, pero también es un punto de encuentro entre seres humanos con diferentes percepciones.

Al momento de hablar con nuestro hijo acerca de su comportamiento –y de los motivos que lo han llevado a tenerlo– no debemos gritar ni conviertas la conversación en una pelea, con ello sólo conseguiremos que se torne más irrespetuoso hacia nosotros. Levantar el tono de voz no nos da mayor autoridad, ni credibilidad o respeto, como muchos padres piensan. De hecho, los gritos sólo logran fomentar el miedo, la desobediencia y estos alejan a nuestro hijo/a. Lo mejor es poder hablarles siempre de forma serena y cuidar nuestros gestos, tono de voz y lo que decimos, así los chicos/as también responderán de la misma forma.

Cuando el niños nos contradice y replica en plena conversación, debemos hacer todo lo posible por explicarles que su forma de contestar no es la más sana o correcta. Debemos ser nosotros los capaces de establecer una diferencia y enseñarle que existen maneras más respetuosas de decir lo mismo pero sin ser violento o agresivo. Aunque en algunos casos resulta muy difícil poner todo esto en práctica, como padre debes conservar la calma ante la »rebeldía» del niño, porque si se reacciona de la misma forma solo conseguiremos empeorar la situación.