20 Consejos para padres primerizos
Si tuviéramos que enumerar los consejos prácticos para padres primerizos, la lista sería interminable. Sin embargo, los más prácticos y principales pueden definirse dentro de estos 20 :
- A las tres semanas de nacer, suele darse una fase crítica; la siguiente, a las seis semanas; y luego otra, alrededor de los tres meses. Su desarrollo recibe un fuerte empujón, de manera que, durante unos días, es normal que tenga más hambre, duerma menos y llore más. Debemos adaptarnos a sus demandas, enseguida todo volverá a normalizarse.
- Cuando llora, hay que responder de inmediato y cuanto más pequeño es, más rápida debe ser nuestra reacción. Esto no es mimarle, sino demostrarle que le queremos y le entendemos. Los niños lloran por muchas razones: tienen hambre, están mojados, sienten frío o calor, se aburren, están enfermos, les duele algo… Casi todos sus problemas pueden solucionarse: darles de comer, cambiarles, entretenerles, curarles, etc.
- El bebé depende de sus padres para todo. Hay que estar siempre pendientes de él. Por eso es tan bueno responder a sus demandas inmediatamente. Cuando son tan pequeños, atender todas sus necesidades no significa que les estemos malcriando. Si un bebé nos llama, es porque nos necesita, y si acudimos a su lado, confiará en nosotros. También necesitan el contacto físico. Un niño no se malacostumbra si lo abrazamos mucho. De hecho, viene de estar ‘abrazado’ por la tripita de mamá constantemente.
- Algunos niños que lloran durante horas sin parar, normalmente por los dolores que les provocan los cólicos. Esta etapa pasará, eso seguro. Mientras tanto conviene no perder los nervios. Es bueno que los padres se turnen atendiendo a su hijo (cada media hora, por ejemplo). Un cambio de cara a veces obra milagros en el pequeño; y un respiro nos hará recuperar la calma. El estado de ánimo se contagia. Y si nos ve muy alterados, probablemente él tampoco se calmará.
- El llanto de un niño altera los nervios, por lo que es normal querer calmar su pena, pero no siempre se consigue. Por eso conviene aprender a soportar el llanto de nuestro hijo sin perder la calma.
- No es necesario permanecer con el bebé en brazos todo el tiempo que esté llorando. Podemos probar a meterlo en la cuna: a veces también él necesita un descanso de estar en brazos. Quizá, tras un último llantito, se duerma.
- Todo lo que tenga un efecto relajante beneficia a los bebés llorones (en especial a los que lloran durante horas por las tardes). Como darles masajes regularmente, hablarles con mucha delicadeza, cantarles al oído y muy bajito, acariciarles la carita… Hay que probarlo todo. Si no le gusta, no continuemos.
- También podemos intentar relajarnos nosotros cuando el bebé llora sin razón aparente. Tratemos de mantener la tranquilidad poniendo música clásica, por ejemplo, mientras tenemos al niño en el regazo. A algunos padres les funciona meter los pies en un balde de agua calentita mientras mecen a su hijo en la cuna para calmarle.
- Es mejor dejar que aprenda a dormir solo en su cuna. Podemos estar cerca para que no crea que le hemos abandonado o dejar una luz encendida, pero no dormirlo en nuestra cama y luego pasarlo a la suya. Así no habrá forma de acostumbrarle a su cuna y el remedio será peor que la enfermedad. Si la cuna es muy amplia, en los primeros meses los bebés se sentirán perdidos en un espacio tan grande. La podemos achicar fácilmente cosiendo unos almohadoncitos o colocando cuneras a las barras. Algunos niños se asustan cuando los metemos en la cuna fría. Podemos calentarla antes con una bolsa de agua caliente, una manta eléctrica… Antes de meter al niño, es importante no olvidarnos de sacar de la cuna tanto la manta como la bolsa, y comprobar que no se ha calentado demasiado.
- Hay bebes que lloran durante unos cinco o diez minutos antes de quedarse dormidos, o lo que es lo mismo, se duermen llorando. Estar a su lado, tocarles, mecerles, decirles palabras suaves o cantarles les ayuda.
- En las tomas nocturnas podemos mantener una luz tenue, para que el bebé vaya notando la diferencia entre el día y la noche. Cuando dejemos la toma nocturna, es mejor no dormir cerca. Los niños tienen buen olfato, y mientras les llega el olor del pecho será difícil que acepten un «no». A partir de los 4 meses muchos ya no necesitan la toma nocturna. Ya podemos dormir un poquito más seguido.
- También de noche hay que cambiarle cada vez que se ensucie. Si protesta, miremos cómo está su pañal, pero hagámoslo tratando de no despabilarlo mucho.
- Cuando el bebé duerme durante el día, no hay que bajar las persianas del todo ni andar de puntillas por la casa. Si se puede, es mejor que se acostumbre al nivel de ruido normal del hogar.
- Los recién nacidos no duermen tanto como los adultos creemos: entre 12 y 18 horas al día. Por lo tanto, es normal que al principio no durmamos ni una sola noche del tirón, pero ya lo hemos dicho, paciencia que al final todo llega.
- Los paseos al aire libre a última hora son la fórmula mágica para algunos que tienen problemas de sueño. Evitemos jugar y estimularles en exceso poco antes de irse a la cuna, porque entonces les será más difícil dormir.
- Los rituales a la hora de acostarle por la noche son la clave para que el pequeño aprenda a dormir a la misma hora. Una nana o, más adelante, contarles un cuento en voz bajita les ayudará a conciliar el sueño que tanto necesita.
- El bebé no dormirá más ni mejor porque nos empeñemos en mantenerlo despierto el mayor tiempo posible durante el día. Todo lo contrario, cuando está demasiado cansado y ha tenido que digerir muchas impresiones a lo largo del día, le suele costar más coger el sueño y duerme peor.
- Si el bebé no hace caso al vistoso móvil que le hemos colgado encima de la cuna, puede haber varias causas: que esté demasiado alto, que no sea demasiado llamativo o que no lo vea. De hecho, en los primeros meses se entretiene más con una caja de música o con dibujos multicolores en ambos lados de la cuna (puestos a la altura de los ojos, más o menos).
- Para su buen desarrollo psicomotor es bueno estimularlos. Hacerles pequeños ejercicios físicos en brazos y piernas, hablarles mucho y jugar con ellos. Todo esto es muy bueno para los niños y también para sus padres. Si vemos que el pequeño no está receptivo, que no quiere jugar ni ser estimulado, no hay que obligarle. Si le hemos preparado un juego especial, dejémoslo para más tarde.
- Algunos de los pasatiempos favoritos de los bebés en los primeros meses son: observar de cerca la cara sonriente de papá y mamá, jugar con sus propias manos y sus propios pies, patear a su aire y mirarse al espejo. Propiciemos estos juegos y juguemos con ellos.